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CALIGARI

Monster (2023), de Hirokazu Kore-eda

Monstruo o el abrazo entre Minato y Yori”

Por Ofelia Ladrón de Guevara

Monster (2023), de Hirokazu Kore-eda, es una película cuya trama son caminos: paralelos, perpendiculares, oblicuos. La historia se narra desde tres perspectivas: la de la madre, el profesor y el hijo. La forma en que cada una de estas visiones atrapa al espectador y lo seduce (no engaña) como secuaz de su verdad asombra y descubre la costura, casi artesanal, con la que fue tejido el guión. Sin embargo, reducir Monster a su estructura sería como abstraer el vuelo de una mariposa a sus alas.

Al inicio, pareciera que estamos ante la depresión de un adolescente; consecuencia del maltrato que recibe en la escuela por parte de su profesor. Cada hecho apunta a ello: el pelo de Minato regado en el baño, su fuga en la noche y el encuentro con su madre bajo un túnel en el que, al parecer a solas, pregunta: «¿Quién es el monstruo?»

Tres personajes con formas distintas de mirar los hechos. Versiones que casi no logran tocarse, pues se sostienen un tanto de manera solipsista. Es ahí donde se descubre lo que Hirokazu Kore-eda ha querido mostrar (lo que este entramado de perspectivas rodea). En una entrevista él sostiene:«Es el nacimiento de las emociones, de los sentimientos. Es difícil poner en palabras lo que uno siente. La película muestra cómo estos niños intentan superar esta situación». Entre el caos, los reclamos y los gritos de la madre de Minato con los profesores, y viceversa: se descubre, soterrada, como un oasis, la relación de Minato con Yori, su compañero de clase. Ambos esconden su amistad del resto: pasan las tardes juntos y juegan en un tren abandonado a adivinar el monstruo (el dibujo de un animal) que el otro tiene pegado en la frente; se dan pistas y ríen al descubrir de cual se trata.

La estructura, la minuciosidad con la que está construido el guión, se desarma ante el afecto que hay entre Minato y Yori. Monster, más que una película cerebral (un puzzle o un acertijo a resolver dada su forma), es un filme emocional y humano. Kore-eda utiliza el cine para aprehender lo inaprensible: el deseo; la forma en que Minato y Yori son atravesados por él. Lo demás sólo rodea el manantial que brota de estos sentimientos. Me refiero al bullying del resto de compañeros hacia Yori, al vínculo de Minato y su madre, así como a las posibles relaciones de poder que se suscitan en la escuela entre la directora y los profesores, y de ellos con los alumnos.

El deseo que Kore-eda filma está teñido de particularidades. En la novela, El lado izquierdo del sol (2023), Cristian Lagunas (al ficcionalizar la biografía de Mishima) recrea un escena en la que éste, siendo un adolescente, ve al florista y a su ayudante besarse. Motivo por el que sale corriendo de la tienda, dejando caer incluso las flores que ha comprado; después toma las semillas de una naranja que lleva en su mano y las traga: anhela que algo dentro de él florezca. Un deseo con un camino adyacente para expresarse. Esa búsqueda pero también encuentro es lo que Kore-eda filma. Las tres perspectivas están ahí únicamente para que el abrazo de Minato y Yori en aquel tren hable. La incertidumbre ante lo desconocido; la ternura y el rechazo que surgen de los sentimientos compartidos con el otro.

De pronto descubrir la verdad de la historia mediante cada una de las perspectivas es una tarea inútil. Importa lo fundamental: lo que ocurre cuando al deseo se le niega. La visión de los hechos de la madre y del profesor no sólo contrastan por su capacidad de virar hacia un territorio de la realidad plagado de sospechas, sino también por su torpeza al no percibir los sentimientos que hay entre Minato y Yori: lo elemental. Lo monstruoso se presenta, entonces, como el presentimiento de estar frente al reflejo del otro, de predecir sus intenciones. De la interpretación que se haga de los demás dependerá lo maligno o benéfico que se ve en el monstruo. Cabe sospechar que lo que cada uno de los personajes encuentra,  más que tratarse de lo ajeno, es propio.

Con esta película, Kore-eda nos recuerda que la forma en el cine sólo es un medio para hacer hablar a la vida. Una estructura que se deslava ante lo elemental:  un abrazo; en Minato y Yori corriendo y jugando a través del césped. El deseo entre ambos es eco de aquella recreación de un Mishima adolescente: semillas que, pese a lo que las rodea, ansían florecer. Y Kore-eda, al filmarlas, sabe de ello y las cobija con amor.

Titulo: Monster

Año: 2023

País: Japón

Director: Hirokazu Kore-eda