Publicado originalmente en Fifth Estate, edición Mayo 1970
Dan Georgakas: ¿Cuáles fueron tus razones para hacer Z?
Costa-Gavras: La principal razón para hacer Z fue, por supuesto, mi origen griego. No puedo imaginar cómo alguien sin ese origen podría haber hecho una película así. Me había preocupado el asesinato de Lambrakis desde que ocurrió en 1963, pero después del golpe militar de 1967, quise hacer algo concreto contra la dictadura. También me afectó el asesinato de Ben Barka en París, en el otoño de 1965. Había muchos paralelismos con los acontecimientos en Grecia, pero el asesinato de Lambrakis contenía todos los elementos clásicos de una conspiración política de manera muy clara: complicidad policial, desaparición de testigos clave, corrupción en el gobierno… todas esas cosas. Había además una cuestión adicional: la forma en que algunos hombres hacen culpables a otros. Lo más importante para mí fue que el caso de Lambrakis tuvo una conclusión. Hubo un juicio que produjo testimonios y pruebas concretas. No fue así en el caso de Ben Barka o de algunos asesinatos en Estados Unidos.
Dan Georgakas: Mencionás un paralelismo con el caso de Ben Barka. ¿Te influyó el asesinato de John F. Kennedy? Por ejemplo, la escena del asesinato se muestra varias veces y una de las “repeticiones” es en cámara lenta, casi un análisis cuadro por cuadro, que recuerda notablemente a las películas de Zapruder del asesinato de JFK.
Costa-Gavras: Aquí la gente menciona a menudo a Kennedy,
pero en Europa casi nadie ha visto las películas de Zapruder. No pensé en ellas como una influencia para mí. Me interesaba más mostrar cómo se percibe un hecho importante. Primero lo vemos tal como ocurrió, luego como lo relata el general, y finalmente como lo recuerda un amigo abogado de Z. El último punto de vista es el más interesante, porque el hombre intenta ser objetivo. No dice que vio esto o aquello, sino que cree haber visto esto o aquello. El abogado se esfuerza por eliminar la información nueva que ha conocido desde el suceso y excluye los detalles inciertos.
Dan Georgakas: Es interesante que los europeos no vean esta secuencia en relación con la película de Zapruder y que los estadounidenses probablemente no la relacionen con el caso de Ben Barka.
Costa-Gavras: Sí, ningún crítico aquí ha mencionado a Ben Barka.
Dan Georgakas: El foco dramático de la película no es Lambrakis, sino el juez de instrucción. ¿Podrías explicar por qué elegiste ese marco dramático?
Costa-Gavras: Pensé que mostrar la historia a través del juez de instrucción era la forma más eficaz de revelar la situación política en Grecia. Mi película buscaba explorar la mecánica del crimen político. Si hubiera querido hacer justicia a los logros de Gregory Lambrakis, habría tenido que hacer una película muy diferente, una película sobre su vida. Pero no era eso lo que quería hacer. Quería estudiar la mecánica. Y el juez de instrucción era verdaderamente un personaje increíble. En cualquier momento podía haber detenido su investigación. Fue crucial en la denuncia de la policía. Era un hombre de derechas, un hombre del Establishment, pero era un hombre honesto.
Dan Georgakas: Tu primera película, Los raíles del crimen, era un thriller policial, y Z se le parece en su construcción dramática. ¿Te inclinas por ese tipo de cine o pensaste que se podía llegar a más gente si se presentaba una película política de ese modo?
Costa-Gavras: No fue por ninguna de esas razones. Desde el momento en que Lambrakis fue golpeado hasta su muerte, tres días después, hubo un suspenso intenso en toda Grecia. El desenlace de la conspiración fue seguido a diario por la prensa. No fue algo que yo introdujera artificialmente. Así fue como sucedieron los hechos.
Dan Georgakas: Pero hubo muchas cosas que ocurrieron y no mostraste. Hubo manifestaciones públicas, especialmente el funeral multitudinario en Atenas.
Costa-Gavras: Pero no tenía 500.000 extras.
Dan Georgakas: ¿No era posible usar material de noticieros para mostrar el funeral? Es un recurso muy utilizado ahora.
Costa-Gavras: Como dije antes, desde el principio decidimos hacer la película como un estudio del crimen político. No queríamos que los sentimientos sentimentales interfirieran con eso. Si hubiéramos mostrado el funeral, la película habría sido más revolucionaria, pero también más sentimental. Fue realmente después de los acontecimientos de la película que el Movimiento Juvenil Lambrakis se desarrolló como una fuerza importante en Grecia. En cuanto a los noticieros, también habíamos decidido desde el comienzo que sería una película completamente dirigida, con actores conocidos en los papeles principales. No me gusta el uso de material documental en una película como esta porque creo que la abarata. Sin embargo, he estado trabajando en un documental sobre el funeral de George Papandreou. La mayor parte del metraje fue filmado por griegos escondidos entre la multitud y luego el material fue sacado de Grecia en secreto. Pero eso es algo completamente distinto. Eso será un documental.
Dan Georgakas: En los créditos musicales se indica que la música de la película es una obra original de Mikis Theodorakis, pero las canciones son algunas de las más conocidas y populares de él. ¿No es toda música que ya había compuesto anteriormente?
Costa-Gavras: Exactamente. La música no es original. No sé por qué se presenta como si lo fuera. Todos los griegos reconocerán esas canciones de inmediato.
Dan Georgakas: Hay una colocación interesante de la música al principio de la película. Cuando una multitud vestida de gala sale del Ballet Bolshói, usas la música de una canción que se burla de los “buenos alemanes” de la era nazi. Evidentemente estás lanzando una crítica a la clase alta de Salónica, que disfruta del ballet en el mismo momento en que Lambrakis está siendo asesinado en otra parte de la ciudad. ¿También estás criticando a la Unión Soviética?
Costa-Gavras: Es más complicado que eso. Lambrakis no estaba completamente de acuerdo con la Unión Soviética en varios temas, incluyendo ciertas posturas respecto a Grecia. La prueba de esto es que programó su reunión para la misma noche del estreno del Bolshói en Salónica. Creo que es un punto importante a destacar.
Dan Georgakas: También hiciste hincapié en la homosexualidad y la pederastia de uno de los asesinos. ¿Te tomaste alguna libertad al retratarlo como alguien tan repulsivo?
Costa-Gavras: Todo lo contrario. No quisimos enfatizar que era homosexual. Ciertamente no estamos diciendo que los homosexuales sean personas peligrosas o de derecha. Tuvimos que suavizar algunos de los rasgos de este individuo para hacerlo más creíble. Su homosexualidad era importante porque fue el factor que lo convirtió en un lacayo de la policía. Él mismo era una víctima. Podríamos haber destacado más su condición de víctima, pero, al fin y al cabo, fue el hombre que asesinó a Lambrakis.
Dan Georgakas: ¿Hubo otras cosas que decidiste omitir o suavizar?
Costa-Gavras: Muchas, pero eran elementos que habrían restado efecto y credibilidad a la película. Cuando el general fue llevado a declarar, tenía una pistola consigo que blandía mientras gritaba que se suicidaría si lo acusaban formalmente. Eso era demasiado inverosímil para incluirlo… algo que uno esperaría de un western barato. En otro momento, el juez investigador le preguntó qué había hecho una mañana en particular, y él respondió: “Estaba buscando mi ropa interior larga.” Esas cosas lo habrían hecho parecer demasiado ridículo. También omitimos cosas respecto a Lambrakis. Dirigía una clínica gratuita para los pobres cada semana. Justo antes de que lo mataran, una anciana le pidió que viera a su hijo enfermo, y él aceptó ir a primera hora del día siguiente. Eso habría sido demasiado sentimental para la película, aunque realmente ocurrió. John F. Kennedy envió un telegrama a la viuda expresando su pesar por la tragedia. En un momento mencionamos que hubo un telegrama del presidente de Estados Unidos, pero habría sido demasiado inverosímil mencionar a Kennedy por su nombre. Él mismo estaría muerto pocos meses después.
Dan Georgakas: Construyes Z hacia un clímax emocionante en el que todos los conspiradores son procesados. Luego, más o menos, nos quitas el suelo bajo los pies con un epílogo donde nos enteramos de que testigos clave han muerto en circunstancias misteriosas y que los conspiradores fueron liberados y reintegrados gracias a un golpe militar. Esto le recordará a muchos estadounidenses el asesinato de Kennedy. ¿Era esa tu intención?
Costa-Gavras: No. En Francia, pensaban en el caso Ben Barka, donde tantos testigos murieron o desaparecieron. Por ejemplo, un reportero que tomó fotos para Paris Match frente a la comisaría se suicidó disparándose en la cabeza. Más tarde se reveló que el revólver estaba en su mano derecha, pero el fotógrafo era zurdo. El caso Ben Barka estaba muy presente mientras hacíamos esta película, pero no los eventos de Kennedy.
Dan Georgakas: ¿Ese paralelismo con Ben Barka influyó en tu decisión de hacer la película en Argelia?
Costa-Gavras: No exactamente. En Europa hacemos películas por coproducción. Dos compañías de distintos países producen una película conjuntamente. Hicimos esta película con Argelia porque nadie en Europa quiso colaborar. Ni los italianos, ni los yugoslavos. Fui personalmente a Yugoslavia—dijeron que era “demasiado política.”
Dan Georgakas: ¿Demasiado política en general o demasiado específicamente política?
Costa-Gavras: Ambas cosas, creo. Le mostré el guion al director del cine yugoslavo y dijo: “No, no podemos hacer esto.” Los italianos y los franceses tuvieron la misma actitud. Los argelinos finalmente dijeron: “Vengan a filmar aquí.” La mayor parte se rodó allí, salvo algunas escenas de interiores hechas en París. No aportaron mucho dinero, pero ayudaron con extras y locaciones. Puede parecer extraño que un estado semi-policial como Argelia permitiera hacer una película así. Tal vez fue en parte cuestión de suerte. No sabían que la película sería tan buena o popular. Querían tener buena relación con los intelectuales franceses. Quieren mostrar que son la nación árabe más avanzada del Mediterráneo. Pero quiero dejar muy claro que si no hubieran participado en la producción, probablemente Z no se habría hecho.
Dan Georgakas: Si la película hubiese sido menos política, quizás no habrían estado tan interesados.
Costa-Gavras: Bueno, era una excelente forma de parecer más liberales de lo que son, atacando a un país tan mal gobernado como Grecia. Si tuviera que elegir entre el gobierno griego y el gobierno argelino, no tengo dudas: elegiría al argelino, porque vivir bajo el gobierno griego es sencillamente imposible.
Dan Georgakas: ¿Qué efecto crees que tendrá Z en Estados Unidos? Los Panteras Negras tuvieron una copia hace meses e hicieron funciones especiales, pero eso fue algo inusual. ¿Cómo esperas que reaccione el estadounidense promedio?
Costa-Gavras: Creo que es extremadamente importante que la mayor cantidad posible de gente vea esta película para entender cómo se llegó a la situación actual. Es importante como documento de referencia. Alguien que hable sobre Grecia puede ser cuestionado con fundamentos concretos.
Dan Georgakas: ¿Hay algo específico que te haría sentir que la película fue un éxito? ¿Quizás la caída de la junta o el éxito en taquilla?
Costa-Gavras: No tengo ningún interés financiero en la película. Me pagaron un salario fijo, así que no me interesa mucho su éxito comercial. Lo más importante es que tenga una gran audiencia por sus posibilidades políticas. En París, la gente dejaba notas en la puerta diciendo que habían estado en Grecia, que amaban la tierra y a su gente, pero que no volverían hasta que cayera el régimen actual. Transformaron su indignación en un acto político contra la junta.
Dan Georgakas: Si los resultados políticos son tan importantes para ti, ¿por qué pones tanto énfasis en la mecánica del crimen y tan poco en las motivaciones? También eres vago respecto al papel del palacio y la CIA.
Costa-Gavras: ¿Estás seguro de que el palacio ordenó el asesinato? ¿Hay pruebas? ¿Estás seguro de que la CIA estuvo involucrada? ¿Hay pruebas?
Dan Georgakas: Tenemos pruebas sobre ciertos militares y sus grupos, y los tipos de conexiones que tenían.
Costa-Gavras: Grecia siempre ha tenido estos grupos paramilitares y cuadros policiales, especialmente desde la guerra. La reina Federica ha patrocinado muchos de ellos. La historia de Lambrakis ofrecía muchos enfoques posibles. Al ceñirnos estrictamente a lo que se probó en el juicio, hemos hecho que sea prácticamente imposible que alguien diga: “¿Cómo sabes eso? No es cierto. Es un rumor.” Lo que decimos sobre el palacio y la CIA es lo que salió en el juicio. Por ejemplo, Theodorakis dijo que no debíamos buscar a los asesinos entre dos pobres trabajadores de Salónica, sino en el palacio, particularmente en la Reina Madre.
Dan Georgakas: Tu primera película no tenía contenido político significativo, pero evidentemente tienes sentimientos políticos muy fuertes y bastante claridad sobre cómo desarrollar esos puntos. ¿Eres un hombre de tantas facetas que podemos esperar más películas de ambos tipos?
Costa-Gavras: Quiero explicar eso. Los raíles del crimen (The Sleeping Car Murders) fue mi primera película. Una primera película es extremadamente difícil. Necesitaba un tema que no fuera demasiado fácil. Los directores de la Nouvelle Vague hicieron otras cosas en sus primeros filmes. Mi situación era diferente. No tenía una fortuna personal. Los raíles del crimen fue una película sólida que podía abrirme puertas. En los últimos tres o cuatro años he estado trabajando en Z. Desde entonces hubo el levantamiento en Francia en 1968 y creció el sentimiento contra la guerra de Vietnam. El público se ha vuelto mucho más político. El mundo se ha vuelto mucho más receptivo. Creo que el cine debe seguir esa tendencia. Cada vez haremos más películas políticas. Yo haré más películas políticas. No hay duda de que tengo una inclinación por ese tipo de cine—por películas con temas reales.