“Qué difícil es hablar de identidad en un país donde hay tan poco respeto por nuestros pueblos originarios. En Chile, todos dicen tener algún familiar europeo y eso me da mucha risa. Hay gente que se cambia hasta los apellidos para estar más cerca de un linaje que no existe.”
La fusión de situaciones y estilos en Historia y Geografía parece cuidadosamente elaborada y alcanza una armonía perfecta, integrando humor, rareza y crítica. ¿Cómo se originó esta idea?
Las ideas provienen de muchos lados y van mutando constantemente. En el 2017, me metí a un taller de teatro y, entre toda la vergüenza y superación de mi vergüenza, descubrí que había un mundo muy rico de situaciones. Y muy cómico. Por otro lado, el estallido social permeaba el guion. Muchas figuras de la televisión estaban siendo canceladas por su pasado. Había un espíritu de cambio muy sospechoso: una suerte de borrar todas nuestras heridas. Y como si fuera poco, en mi ciudad natal, San Felipe, había un brote de racismo en contra de la población haitiana que se estaba recién integrando. Son muchos elementos que se unen muy bien por el concepto de identidad. Búsqueda. Y confusión. No sé cómo definirla y tampoco es mi meta: pero sí puedo rodearla e intervenirla.
Uno de los temas principales de la película y un eje crucial es la crisis de identidad de Gioconda, quien lucha por descubrir su verdadero ser y propósito, mientras se enfrenta a la problemática contemporánea de la apropiación cultural. ¿Cómo abordaste la integración de estos aspectos en el desarrollo del guion?
Qué difícil es hablar de identidad en un país donde hay tan poco respeto por nuestros pueblos originarios. En Chile, todos dicen tener algún familiar europeo y eso me da mucha risa. Hay gente que se cambia hasta los apellidos para estar más cerca de un linaje que no existe. En mi colegio, los pueblos originarios significaron media hora de aprendizaje. Tampoco me enseñaron sobre la dictadura. Entonces, es muy raro entender qué somos. En la nueva constitución que se estaba escribiendo y que fracasó, fue muy criticada la presencia mapuche. Y por si fuera poco, “La Araucana”, texto que usa la protagonista en su crisis de identidad, es un poema muy complejo. Habla de un país escrito por un español. Habla de un pueblo guerrero. Fue un texto que se usó para envalentonarnos como chilenos durante nuestra independencia. Necesitábamos un mito y este era: el de los grandes guerreros. ¿Pero qué hicimos? Lo usamos como arma y luego nos encargamos de destruir a sus protagonistas.
La película también parece provocar reflexiones sobre los fundamentos que dan forma a la identidad colectiva de Chile. ¿Fue uno de los objetivos principales?
No me siento capacitado para dar un discurso claro y menos en un país que se autodestruye. Pero si soy capaz de analizarlo, reírme y poner en pantalla diferentes visiones. Cada personaje es una escala de valores que van chocando entre sí. Creo que tengo más dudas que respuestas. Me gusta cuestionar las tradiciones y observarlas. Nuestra herencia es católica, violenta, militar y de mucho silencio. Y de ahí, obviamente, surge un humor negrísimo. No hay escapatoria.
En la actualidad, es bastante inusual encontrar una comedia en un festival de cine de autor e independiente, y para los festivales clase A, parece ser directamente vetada. ¿Consideras que este camino es más difícil para este tipo de películas?
Siempre ha sido difícil el camino de las comedias. También el de los comediantes. Siempre lo físico está mal visto. Reír. Cantar fuerte. Llorar mucho. Acercarse a una emoción está relacionado con el mal gusto. Siempre va a ser más interesante una deconstrucción de un género, una película que copie algo de Bresson y que los actores no sean actores. Siempre se va a preferir el ejercicio intelectual que el emocional. Y ojalá que sea en una Latinoamérica sin escapatoria. Otra cosa, el humor es un estado geopolítico. Cambia según el clima y la geografía. A nosotros nos rodea una cordillera. Nos reímos solos. Pero a mí me encanta.
¿En qué otros proyectos te encontrás trabajando?
Estoy trabajando en una película que se llama Policías y Ladrones, un viaje a mi infancia en el valle del Aconcagua. Es la reconstrucción de una memoria a través de lo fantástico. Siempre termino llegando a la representación. Esta vez quiero cambiar algo que no hice en el pasado. Creo que solo el cine me da la posibilidad de hacer ese cambio. Y si lo logro, me hará muy bien mentalmente.
Historia y Geografía
2023
Chile
Bernardo Quesney