Un trago de infierno (2024) de Pilar Boyle y Mariano Asseff

“La lucha por liberarse”

Por Natalia Llorens

Dirigida por Pilar Boyle y Mariano Asseff, Un Trago de Infierno es mucho más que un drama/terror surrealista; es una reflexión profunda sobre el papel de las mujeres en un mundo dominado por normas patriarcales, tanto en sus relaciones como en su entorno laboral. La película sigue a Niko, una actriz joven y talentosa que, atrapada en un ciclo de roles repetitivos y superficiales, comienza a cuestionar su lugar en una industria que parece empeñada en minimizar su capacidad artística.

Desde su potente escena inicial, la película establece un paralelismo inquietante entre la sumisión física y la subordinación profesional. Niko, interpretada magistralmente por Boyle, aparece sometida en un juego de poder con otro personaje, una figura misteriosa que la obliga a recitar líneas poéticas mientras recibe golpes simbólicos. La iluminación antinatural en tonos no tan cargados acentúa la atmósfera onírica de las secuencias, dejando en el aire si lo que vemos es real o una construcción de la mente de la protagonista. Lo que sí queda claro es que Niko se siente atrapada, no solo en su cuerpo, sino también en su identidad como actriz, una identidad moldeada por las exigencias y limitaciones de una industria que perpetúa la desigualdad de género.

La película explora la lucha interna de Niko cuando, cansada de los papeles vacíos que le ofrecen, decide aceptar el desafío de protagonizar una opera prima. Su retiro a una casa en el delta del Tigre se presenta como un intento de desconectarse del ruido externo y concentrarse en el guion, un texto que la enfrenta a un rol complejo y perturbador: el de una madre abusiva. Sin embargo, su aislamiento se ve interrumpido por la llegada inesperada de Rafa, un hombre que irrumpe en su espacio privado con un aire inquietante y persistente. Rafa, con su comportamiento invasivo y su insistencia en dejar una marca en la vida de Niko, se convierte en una representación simbólica del patriarcado: una fuerza que invade y exige, incluso cuando no es bienvenida.

Las interacciones de Niko con Rafa y Yoki, aunque aparentemente externas, son en realidad reflejos de su lucha interna. Rafa personifica las expectativas impuestas por una sociedad patriarcal, mientras que Yoki encarna la presión creativa y profesional que la protagonista enfrenta. Estas figuras, aunque opuestas, convergen en su función de empujar a Niko a confrontar sus propios límites y redefinir su identidad. En este sentido, Un Trago de Infierno no solo cuestiona las dinámicas de poder en el ámbito laboral y personal, sino que también celebra la resistencia femenina frente a ellas.

El entorno surrealista de la película, con sueños estilizados y situaciones absurdas, refleja el caos mental de Niko mientras navega por sus emociones y experiencias. Escenas como su aparición sola en un escenario frente a una audiencia invisible o su interacción con Yoki bajo una iluminación inquietante subrayan la fragilidad de su psique y la intensidad de su transformación personal. A pesar de su narrativa errática y aparentemente desconectada de la realidad, la película logra capturar la esencia de una mujer que lucha por liberarse de los confines que le han impuesto, tanto externos como internos.

Un Trago de Infierno es un retrato feminista de autodescubrimiento y resistencia. La película examina cómo una mujer enfrenta y desafía las estructuras que buscan definirla y limitarla, ofreciendo una mirada inquietante pero esperanzadora sobre el proceso de liberación personal y artística. Aunque el camino de Niko sea caótico y lleno de incertidumbre, su viaje hacia la autoafirmación resuena como un acto de rebeldía contra las fuerzas que intentan sofocar su voz.

Titulo: Un trago de infierno

Año: 2024

País: Argentina

Director: Pilar Boyle y Mariano Asseff

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