Sobre todo de noche (2023), de Víctor Iriarte

“Más allá de la vida”

Por Andrés Brandariz

Hay, en Sobre todo de noche, una imagen recurrente: un dedo, un puntero láser, la cámara misma, recorren un mapa, un gráfico, un croquis hasta desbordarlo. Seguir ese recorrido implica obedecer cierta intuición metafísica, la certeza de que aquello que el poder y el olvido han ocultado necesita trascender los márgenes, con destino incierto. El mismo criterio parece guiar la exploración que Víctor Iriarte realiza en el dominio de la ficción: Sobre todo de noche mezcla géneros, formatos, registros y puntos de vista, comienza con pulso del thriller y deviene cuento de fantasmas.

En palabras de su realizador (que se expidió generosamente sobre cada una de las preguntas que realizamos quienes asistimos a la función), Sobre todo de noche integra a un conjunto de películas recientes del cine español (entre ellas Madres Paralelas de Almodóvar, que citó expresamente) que enfatizan las consecuencias duraderas de la dictadura de Franco sobre la sociedad española e instan al establecimiento de políticas de memoria -con un ojo muy puesto en las establecidas en nuestro país, las mismas que tanto desprecio parecen suscitar en cierta fuerza política-.

Sobre todo de noche comienza como la historia de Vera (Lola Dueñas), una mujer española que vive en Portugal y ha tenido que vivir toda su vida con una certeza terrible: un hijo le fue apropiado. Su relación con ese hijo ausente es la misma que podría tener con un fantasma: siente su presencia, le habla e incluso le parece que, desde algún lado, le responden. Ese fantasma está, efectivamente, vivo: en España, Egoz (Manuel Egozkue) intenta abrirse camino tocando el piano, en afectuosa convivencia con su madre Cora (Ana Torrent). Ella también ha sido engañada: bajo la fachada de una adopción legal, recibió un hijo apropiado.

El punto de vista irá pivotando y mezclando las perspectivas de Vera, Egoz y Cora, un crisol atravesado por el mismo poder que, a la vez que desdeña los símbolos, procura destruirlos. ¿Cómo alcanzar un cierre, un final? Sobre todo de noche termina con un piano sin pianista, cuyas teclas continúan sonando. El camino continúa trazándose, aún donde los mapas ya no alcanzan.