Silent City Driver (2024) de Sengedorj Janchivdorjrona

“El conductor de la ciudad silenciosa”

Mauro Lukasievicz

En una ciudad marcada por la corrupción y la indiferencia, Silent City Driver nos presenta a Myagmar, un hombre solitario y enigmático que intenta reconstruir su vida tras pasar 14 años en prisión. Con cicatrices tanto físicas como emocionales, su único refugio parecen ser los perros callejeros que ha rescatado a lo largo del tiempo. Sin embargo, su existencia da un giro inesperado al encontrar trabajo como conductor de un coche fúnebre. Esta nueva labor lo llevará a cruzar su camino con dos personas que cambiarán el rumbo de su vida: un joven monje budista y Saruul, la hermosa hija de un carpintero ciego que fabrica ataúdes.

El vínculo que desarrolla con Saruul, una mujer atrapada en una profunda depresión causada por la explotación y el chantaje, empuja a Myagmar a tomar una decisión: buscar justicia en un mundo que parece haberle dado la espalda. La película teje con maestría una trama de venganza y redención, donde la lucha de Myagmar no es solo contra los responsables del sufrimiento de Saruul, sino también contra los fantasmas de su propio pasado, que regresan una y otra vez como un eco interminable.

El relato combina de manera magistral una narrativa sombría con una estética visual hipnotizante, utilizando los paisajes urbanos y los vastos cielos de Ulán Bator como telón de fondo. La ciudad, capturada con una precisión inquietante, se muestra acogedora durante el día, con rastros de vida tradicional, pero se transforma en un escenario frío y alienante bajo las luces de neón de la noche. Este contraste refuerza la sensación de aislamiento de los personajes, quienes parecen moverse en un espacio liminal entre lo real y lo simbólico.

Desde su impactante escena inicial –en la que un hombre aborda un autobús mientras un camello ocupa su lugar en la parada–, la película nos advierte que lo que estamos a punto de presenciar oscila entre la realidad tangible y el vasto mundo interior de su protagonista. Myagmar, con su figura alta y delgada, vestido siempre de negro y con una mirada melancólica, recorre las calles de la ciudad en busca de una paz que le resulta esquiva.

A medida que conocemos más de su historia, descubrimos que fue encarcelado por homicidio involuntario tras un accidente de tráfico. Ahora, tras su liberación, intenta reintegrarse en la sociedad, pero la soledad y el peso de su pasado lo mantienen atrapado en una prisión emocional. Sus únicos momentos de alivio llegan cuando escucha la canción Comme un boomerang, un leitmotiv que refleja cómo su vida parece estar atrapada en un ciclo constante de retorno al dolor. El encuentro con el joven monje budista le ofrece una nueva perspectiva sobre la vida y la muerte, mientras que su relación con Saruul le permite explorar el presente con una intensidad que había olvidado. Los tres personajes, cada uno atrapado en su propia forma de aislamiento –el monje en el monasterio, Saruul en su tristeza y Myagmar en su culpa–, encuentran en su conexión una posibilidad de redención y equilibrio.

La película también se detiene en pequeños detalles simbólicos que añaden una dimensión poética a la trama. Los ataúdes, cuidadosamente fabricados por el carpintero ciego, parecen más suaves que la seda, y los cadáveres que transporta Myagmar lucen un maquillaje impecable, casi como si la muerte les hubiera otorgado una belleza que la vida les negó. Los perros que lo acompañan representan la lealtad que no ha encontrado en los seres humanos, convirtiéndose en sus únicos aliados en un mundo hostil.

Silent City Driver es una obra que combina introspección y acción en igual medida, explorando temas existenciales con una elegancia visual que atrapa al espectador. El desenlace, a la vez devastador y sereno, evoca la profundidad de una novela trágica rusa mientras resuena con la filosofía budista que permea toda la película. Es una experiencia cinematográfica que no solo narra una historia, sino que invita a reflexionar sobre el sentido de la vida, la muerte y la justicia en un mundo donde las respuestas nunca son definitivas. A lo largo de sus 138 minutos, la película nos sumerge en un viaje emocional y visual que, lejos de ofrecer certezas, deja al espectador con una sensación de catarsis, deseando explorar más de ese universo enigmático y cautivador.

Titulo: Silent City Driver

Año: 2024

País: Mongolia

Director: Sengedorj Janchivdorj

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