“Un código ajeno”
Por Nathália Oliveira
Las imágenes iniciales de Praia Formosa son familiares a quien acompaña la filmografía de la directora carioca Julia De Simone. Son las mismas, o muy parecidas a las que aparecen en su cortometraje O Porto (2013). El corto documental, co-dirigido por Clarissa Campolina y los hermanos Pretti, logra una coherencia entre código y mensaje al coser una capa de sonido más experimental, con imágenes documentales y a la vez algo surrealistas para tratar de una región de la ciudad de Río de Janeiro que en ese momento (y en otros anteriores) sufría una modificación un tanto surrealista también. Ya en Praia Formosa, largometraje exhibido en la muestra competitiva Tiger del Festival de Cine Rotterdam, esa coherencia no se repite.
En la película, acompañamos a un personaje ficcional, Muanza, una mujer africana, esclavizada, que se despierta en la zona portuaria de Río de Janeiro del 2023 y pasa la primera mitad de la película transitando entre pasado, presente, recuerdos y sueños. Incluso para alguien que conozca algo de la historia colonial brasileira, las atrocidades del tráfico de personas negras y hasta para quien vivió las transformaciones recientes de la zona portuaria de la ciudad, el mensaje y las sensaciones que la película intenta pasar se pierden en un código poco comprensible, un diseño de sonido demasiado fantasmagórico y una dirección que se quiere enigmática, pero termina por ser poco creativa.
En la segunda mitad de la película, Muanza escapa de la casa de su “dueña” – una mujer blanca portuguesa – y esto culmina en una escena de danza que, a pesar de la belleza de los movimientos de la actriz Lucília Raimundo, no llega a ser el acontecimiento que se propone. Que una mujer negra, vestida como una esclavizada de los tiempos coloniales baile en medio de las calles del Río de Janeiro del siglo XXI suena a algo muy potente e interesante, pero no llega a serlo. La magia simplemente no sucede. A partir de este punto, la película abraza el lenguaje documental y vemos a Muanza, ahora ya caracterizada como una mujer del siglo XXI, paseando por la zona portuaria e interactuando con diferentes personajes. En estos momentos, se disfruta un poco más de lo que se ve, especialmente de lo que se escucha. Son muy sencillos y bonitos los diálogos entre esa mujer, que habla con un acento portugués que se usa en Europa y África, y personajes brasileños. Tienen una forma de hablar distinta, y son de tiempos distintos, pero perfectamente capaces de comunicarse. Algunas informaciones de la formación del territorio de la zona portuaria carioca desde los tiempos coloniales son pasadas a través de esas interacciones, incluyendo un número musical de samba, lo que resulta un poco más interesante dentro del todo.
En entrevistas sobre la película, la directora habla de su investigación de más de una década sobre esa región de Río de Janeiro y su interés en “revelar” historias de las personas esclavizadas que construyeron y poblaron aquél lugar. Una investigación importante frente a la negligencia histórica que hay con esta gente, sus historias y su contribución para la cultura de la ciudad. Tal negligencia es resultado del racismo que fundó este país llamado Brasil. Pero más allá de una investigación importante y buenas historias, hace falta encontrar un código apropiado para contarlas. Se hace necesario un acercamiento menos pretencioso y más generoso a ese pasado. No solo presentar esas historias “desconocidas”, negligenciadas, sino también cuidar de la forma como se las presenta. Lo que queda para el público es la sensación de que Praia Formosa es un intento de adecuar estas narrativas negras a un código ajeno.
Titulo: Praia Formosa
Año: 2024
País: Brasil
Director: Julia De Simone