Little Jafna (2024), de Lawrence Valin

Desde sus orígenes, el cine se ha ofrecido como un fértil espacio discursivo para conformar representaciones sobre la historia. De distintos modos, la oscuridad de las salas se ha llenado de miradas sobre el pasado que resonaron, a su vez, en las formas de leer el presente. Little Jaffna, la ópera prima de Lawrence Valin, explora la complejidad de esta relación cinematográfica con la historia a partir de la narración de la vivencia de los últimos días de la guerra civil de Sri Lanka en la comunidad tamil de Francia. Para esto, construye un elaborado escenario ficcional y sitúa la acción no en 2009, sino en la convulsa actualidad que atraviesa una generación de hijos de exiliados de la cual él forma parte.

Interpretado por el propio Valin, Michael es un francés-tamil que vive en Little Jaffna, el barrio parisino donde se congrega la mayor comunidad india y esrilanquesa de Francia. Huérfano de padre y madre, trabaja de día en un bar y de noche en un teatro. Sin embargo, su pluriempleo no es más que una representación, un velo que oculta la investigación que lleva adelante como policía encubierto de la banda criminal “The Killiz”. Su líder, Aya, es un especie de Madre Coraje de la diáspora tamil, un exmiembro del comando suicida Black Tigers que en la distancia europea desarrolla negocios a partir de las atrocidades de la guerra. Sus hijos, aquellos que entrega por la causa, son huérfanos como Michael, restos del conflicto armado que en su absoluto despojamiento encontraron en él, un padre.

Brecht no es el único eco teatral que reverbera en Little Jaffna. Como un boceto shakesperiano inserto en el desarrollo argumental, la película recorre el amor imposible del hijo adoptivo de Aya con la hija única del jefe de la banda enemiga “Sura”. Así, Valin construye los pilares dramáticos de una ficción policial que tiene, como última instancia, y con resultados dispares, el objetivo de documentar la vida de esta comunidad atravesada por la guerra, el exilio y la relación nostálgica con una tierra que para gran parte de la población solo pervive en los relatos. Su diversidad cultural, su vínculo con el cristianismo, su vida vibrante en las calles de Little Jaffna, y el sincretismo entre sus tradiciones y la cultura europea, son los protagonistas indiscutidos de este film que elige, para retratarlos, una factura sofisticada propia del cine de autor festivalero con injertos de una estética del exceso que abreva en las producciones cinematográficas bollywoodenses.

Little Jaffna es una película sobre las complejidades de un presente cercenado de sus raíces. A lo largo de su investigación, Michael se enfrenta a la tentación de encontrar una familia en la organización The Killiz porque, en la orfandad, ser hijo de la guerra es ser hijo al fin. Así, bajo la mirada sesgada de una generación de hijos de la guerra, la película convive con la opacidad del presente como potencia, pero también como incapacidad de iluminar el pasado y tomar partido, a medio camino entre la claridad de una comunidad viva en las calles de Little Jaffna y la oscuridad de una vivencia de la historia que se pierde en el relato.