La práctica (2023), de Martín Rejtman

“Fuerza de atracción”

Por Sebastián Francisco Maydana

Gustavo, profesor de yoga, vegetariano, vive en Santiago de Chile con unos parientes de su ex mujer. Por alguna razón, aunque estén separados y su madre se lo reclame a cada rato, Gustavo no logra cortar el vínculo y volver a Argentina. Él resuelve sus problemas de clase media de otra forma: yendo a un retiro. Sin embargo, los problemas lo acompañan hasta ahí. De hecho, no sólo no corta el vínculo con su ex mujer, sino que todos los personajes que lo rodean parecen obedecer a una extraña fuerza de atracción que lo tiene como centro, y por ello reaparecen constantemente como Steffi, la alumna extranjera a quien Gustavo aconseja periódicamente que se busque otra práctica de yoga con otro profesor.

El papel protagónico está interpretado por Esteban Bigliardi, que también está en pantalla por estos días con su notable papel en Los delincuentes (Rodrigo Moreno, 2023). Así, su particular talento adquiere reconocimiento y lo posiciona en el lugar que merece dentro de la industria. Pero si bien casi siempre se sigue a Gustavo, La práctica es una película coral. A todos los personajes les pasan cosas, cada uno tiene sus propias motivaciones y desafíos, y todos son impecables en su performance, que al ser tan distinta de la que el común de las películas utiliza, resulta un gran mérito tanto de los actores como del director. Otra característica que comparten todos los personajes es su simpatía, no importa qué tan moralmente cuestionables sean sus acciones, uno siempre está dispuesto a perdonarlos y a entenderlos.

Martín Rejtman se divierte construyendo un mundo con sus propias reglas, tan rígidas y serias para los protagonistas como extrañas y divertidas para el que lo mira desde afuera. Después nos invita a ver ese mundo por una ventanita, no a entrar, pero sí a tener una participación cada vez mayor. El mundo de La práctica te va atrapando, tiene sentido en su particular lógica y a pesar de ello es absolutamente impredecible ¿Qué lo distingue entonces de Silvia Prieto o Los guantes mágicos? Esta no es “otra película de Rejtman”, muestra dentro de su estilo (la marca del autor) una madurez acorde al cuarto de siglo que pasó entre Silvia Prieto y La práctica. Rejtman creció con sus películas, ahora ya no participa de la seriedad de sus mundos, sino que se ríe de ellos y de sí mismo. Por eso la obsesión con esa clase media que tiene problemas como todos pero que vistos a la distancia se diluyen, se relativizan y parecen hasta cómicos. Acá no muestra una realidad edulcorada, sino más bien un universo funcional, simpático, divertido e interesante. Y estamos todos invitados a participar.