Gülizar (2024) de Belkis Bayrak

“La Voz del Silencio”

Por Natalia Llorens

Gülizar, la película de Belkis Bayrak, ofrece una visión descarnada y profunda sobre el impacto de la violencia sexual en la vida de una mujer, explorando las secuelas emocionales de un trauma que permanece latente y silente. La historia comienza con Gülizar, una joven que se prepara para su boda en el marco de una vida rural, y quien enfrenta una relación complicada con su madre, marcada por una autoridad dominante que ella soporta con resignación. Este ambiente, junto a la esperanza de un matrimonio que pueda ofrecerle un nuevo comienzo, es el trasfondo en el que se desata el conflicto.

Durante un viaje a Kosovo, Gülizar se ve obligada a continuar sola tras descubrir que el pasaporte de su madre ha caducado. En una parada, mientras va al baño, un hombre intenta abusar de ella. Este evento, aunque breve y del que logra escapar, marca un punto de quiebre en su vida. En lugar de un abordaje explícito, Bayrak opta por explorar las cicatrices que quedan, haciendo énfasis en cómo el trauma empieza a ocupar espacio dentro de Gülizar, atrapándola en una espiral de ansiedad y silencio que irá gestando una compleja resistencia interior.

La interpretación de Ecem Uzun es fundamental, transmitiendo la evolución de Gülizar desde el miedo inicial hasta una introspección profunda en la que el dolor es casi un lenguaje propio, contenido en gestos y silencios. Esta representación recuerda al estilo de cineastas como Asghar Farhadi y Ali Asgari, quienes a menudo utilizan el silencio para ampliar la intensidad de sus escenas. Gülizar expresa su vulnerabilidad en apenas tres palabras: “No estoy lista”. Con esta simple frase, la película captura la imposibilidad de enfrentar el dolor a un ritmo ajeno a su propia necesidad de procesar y sanar.

Bayrak centra su enfoque en la manera en que el entorno social afecta la experiencia emocional de Gülizar. Su suegra y su prometido, Emre, intentan brindarle apoyo, pero sus acciones terminan siendo opresivas, limitando su espacio y generando una atmósfera asfixiante. Este retrato de apoyo mal canalizado destaca cómo la presión social para “superar” el trauma muchas veces desatiende las necesidades reales de la víctima, y Bayrak subraya la importancia del tiempo y el espacio como elementos clave en el proceso de sanación.

La dirección de Bayrak se torna especialmente reveladora en una escena de sesión de fotos, donde las expresiones de Gülizar capturan el conflicto interno de una mujer atrapada entre su deseo de normalidad y el peso de su experiencia. La película ofrece una visión sensible sobre la violencia sexual, abordando el trauma no desde el acto en sí, sino desde la lucha interna de la protagonista. Al igual que en el cine de Bayrak, donde la represión emocional es el eco de una estructura social que muchas veces ignora el sufrimiento silencioso, la película invita a cuestionar cómo las normas y expectativas culturales pueden exacerbar el dolor en lugar de aliviarlo.

A medida que Gülizar avanza, entendemos por qué la directora comienza su historia con una imagen de campos ardiendo. La protagonista, atrapada en un laberinto de presiones y tradiciones, simboliza la fuerza resiliente que se esconde en el silencio. Bayrak utiliza el fuego como un paralelismo de la lucha interna de Gülizar, un recordatorio de que el trauma, aunque muchas veces sofocado, sigue presente. Al final, la película no solo narra una historia de resistencia y autodescubrimiento, sino que también abre un espacio de reflexión sobre el papel del apoyo y la necesidad de un enfoque empático y comprensivo frente a la violencia sexual.

Titulo: Gülizar

Año: 2024

País: Turquía

Director: Belkıs Bayrak

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