“Las imágenes como eco”
Por Ofelia Ladrón de Guevara
Onírico y surreal, así es el universo que Elli Vuorinen construye en Flower Show (2024). Desde la primera escena, la animación nos transporta a esa otra realidad que con el pasar de los minutos el cortometraje irá entretejiendo. Una mujer camina lentamente a través de un jardín, se desplaza, cruza el pasillo de una casa enorme y abre la reja. La siguiente imagen: una gallina en una jaula. El color del vestido de la mujer se asemeja al de las plumas del ave. Ambas parecen ser una proyección de la otra. La imagen de la mujer se amplía en la de la gallina, y viceversa.
A partir de este inicio, el cortometraje se inserta en un ritmo: las imágenes juegan a ser eco unas de las otras, a expandirse y ampliar su significado. Casi como si estuvieran regidas por un entrelazamiento cuántico, el movimiento de una flor es también el de una espalda. De esta manera Elli Vuorinen se sumerge en las raíces de la animación, en las posibilidades que entreabren las proporciones de un dibujo, la forma en que los colores pueden dialogar consigo mismos al ser usados en diferentes figuras, o lo que una esfera le dice a otra cuando son el trazo de una guayaba y de un huevo que yacen próximos. Ecos que expanden sus vibraciones con cada imagen que se va sumando. El diseño sonoro acentúa estas correlaciones: las llena de textura, les da presencia. El espectáculo florar descubre su naturaleza: la relación entre las mujeres y las flores. La postura de sus cuerpos, el cómo son cultivadas y el trato que reciben develan que el cortometraje y el universo que ahí se construye, más que tratarse de una realidad surrealista, son un espejo de las expectativas y demandas que socialmente se les han impuesto a los cuerpos femeninos. Un universo animado que Elli Vuorinen pone a dialogar con las estructuras que nos rodean: diseccionándolas e incluso caricaturizándolas.
Titulo: Flower Show
Año: 2024
País: Finlandia
Director: Elli Vuorinen