“La ambición sin rumbo”
Laura Santos
En Emilia Pérez, Jacques Audiard se adentra en un terreno ambicioso, explorando géneros como el musical, el noir y el melodrama, pero sin comprometerse realmente con ninguna idea central. La película, protagonizada por Karla Sofía Gascón como una mujer trans ex líder de un cartel de drogas, plantea temas relevantes como la violencia de género en México, la corrupción, las complejidades de ser trans y las dificultades de ser mujer en el ámbito de las organizaciones sin fines de lucro. Sin embargo, en lugar de profundizar en estas cuestiones, Emilia Pérez las aborda de forma superficial, diluyendo su impacto en una maraña de canciones y giros narrativos.
El film sigue a Emilia, antes conocida como Manitas del Monte, quien finge su muerte para someterse a una cirugía de afirmación de género. Su abogada, Rita, facilita no solo su transición, sino también el escape de su esposa Jessi y sus hijos a Suiza. Años después, Emilia busca reunir a su familia y redimirse creando una fundación para encontrar a las víctimas desaparecidas del cartel. En el camino, se enamora de Epifanía, una mujer que llega a la fundación buscando respuestas sobre su pareja abusiva desaparecida. A pesar de esta premisa cargada de potencial, la película nunca se compromete a explorar a fondo ninguna de las líneas temáticas que propone.
El tratamiento de la identidad trans, uno de los ejes más prominentes, resulta problemático. Audiard sugiere que la transición de Emilia la convierte automáticamente en una persona empática, borrando su pasado violento como líder criminal. Sin embargo, esta narrativa de redención no solo es reductiva, sino que evita cuestionar las complejidades de su transformación personal y su relación con la violencia. Por otro lado, la corrupción gubernamental, la violencia sistemática y el machismo que afectan a mujeres como Jessi y Epifanía son apenas esbozados, dejando preguntas importantes sin respuesta.
Incluso el ámbito musical, que podría haber servido como una herramienta para profundizar en estas ideas, falla en su ejecución. Las canciones, obra de Camille y Clément Ducol, son reiterativas y no logran comunicar emociones ni avanzar la narrativa. Las coreografías, aunque visualmente interesantes, parecen desconectadas del tono general de la película y no justifican su inclusión. Una escena en particular, ambientada en una clínica en Filipinas donde cirujanos y pacientes rompen en un número musical, ejemplifica el enfoque disperso.
Emilia Pérez parece más preocupada por ser llamativa que por ser significativa. Las relaciones entre los personajes, especialmente entre Emilia y Jessi, carecen de profundidad. El film pierde la oportunidad de explorar cómo Jessi podría sentir que Emilia es a la vez extrañamente familiar y completamente desconocida. En cambio, recurre a clichés como la esposa subestimada que nunca sospecha la verdad, mientras Emilia se presenta como una figura redentora unidimensional. Audiard intenta abarcar demasiado y, en el proceso, no logra decir nada con contundencia. La película promete reflexionar sobre temas cruciales, pero su incapacidad para comprometerse con una idea central la convierte en un espectáculo incoherente. Lo que podría haber sido un retrato provocador y transgresor termina siendo una experiencia dispersa, donde los mensajes importantes se pierden en un mar de superficialidad estética y decisiones narrativas inconexas.
Titulo: Emilia Pérez
Año: 2024
País: Francia
Director: Jacques Audiard