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El fantástico caso del Golem (2023), de Juan González y Fernando Martínez

Lo absurdo como posible

Por Lucas Greco

Precipitarse al vacío y estrellarse en mil pedazos puede interpretarse de muchas maneras. En El fantástico caso del Golem significa el puntapié inicial para un camino que implica, ya sea metafórica o literalmente, un acto rizomático desprovisto de sentido y que no necesita tenerlo para consolidarse y ser parte de una historia plena. Porque una vez los límites son traspasados para situarse en los márgenes de un canon tradicional, el horizonte de acción puede ser muy variado y prestarse para situaciones que, bien dispuestas, dan lugar a un laberinto mucho más amplio de comicidad.

Inventar y articular escenas tan dispares y sin relación entre ellas significa una posibilidad infinita de disparates que se encuentran entrelazados de tal manera que dan una armonía a lo narrado. Ya sea desde alguien que cae y se rompe cual porcelana, hasta pianos que caen del cielo, todo confluye en la condición misma de poder ser. De darse sin que ello implique concesiones ni salirse de esos márgenes ya establecidos desde un principio. Bajo estos parámetros, los personajes transitan en clara sintonía y se establecen con una razón propia de ser simples, infantiles, naturales e hilarantes. En la dinámica de cada escena, todo ese compendio de un universo verosímil establecido busca inducir a la risa desde una naturalidad única y propia que la película propone y sostiene.

Las reglas del juego son definidas por las mismas actuaciones y escenas que implican otro modo de ver y contar una historia. Porque, aún en la (im)posibilidad de que dichos sucesos se den en la vida real, la imaginación y el humor confluyen en ser una el reverso de la otra, y en ese juego de revertirse constantemente la acción va evolucionando al punto tal de que ya todo es posible y uno espera que así sea. La complicidad trasgrede a las imágenes para volverse comunidad, afecto y entendimiento. Dentro del pacto de lo contado se aceptan las transgresiones más disruptivas posibles. Sin embargo, hay una connivencia que permite establecer un límite aún cuando parece no haberlo. Juan, que representa esa suerte de inmadurez adulta, hace que lo imposible se vuelva realidad y que la ficción sea parte de la vida misma. Este personaje representaría la unión donde lo ficticio imposible puede ser la condición para convertirse en realidad posible. Aunque todo pueda, o no, tener una razón de ser, no es necesario que se vuelva explicita para determinarse como parte de la historia. Nadie pide lógica ni debe haberla. Las mismas leyes partes de los sucesos que, en su núcleo, conllevan la probabilidad de no tener fronteras. Todo es posible y a su vez nada lo es.

Por lo tanto, los lugares inesperados son, y deben ser, posibles, donde la dirección clara en ese sentido permite instaurar, en sus tripas, lo ridículo como condición base para avanzar y acumular humor sin confines precisos. El espíritu de estas premisas hace que una estética propia se haga presente. Su originalidad contiene una verosimilitud que recuerda todo el tiempo que lo visto también es parte de algo más grande: lo absurdo.

Titulo: El fantástico caso del Golem

Año: 2023

País: Argentina

Director: Juan González y Fernando Martínez