“Un lugar para los muertos”
Por Ivan Garcia
Una pareja de médicos viaja a un destino playero más bien remoto, porque al parecer han encontrado muerto a alguien cercano a ellos, y deben reconocer los cuerpos. Así empieza Arcadia, y pone las piezas en su lugar para darnos a entender que estamos ante algo ya conocido, comprensible: un drama realista sobre el duelo. Las imágenes del pueblo, de los caminos vacíos, las playas y los bosques sombríos y tenebrosos se suman a la primera locación que será central en la narración: la casa. En esa casa donde la fallecida pasó sus últimos días, ellos se instalarán para intentar comprender claramente qué fue lo que sucedió, si hubo algo más detrás del aparente accidente; aunque más no sea para ir transitando ese dolor.
Sin embargo, tras esta presentación, la perspectiva realista comienza a resquebrajarse. De a poco el fantástico se va filtrando, se siembran las dudas sobre qué realmente está pasando, quién está investigando a quién, y quienes son los que están buscando a personas que parecen ya no estar. Esto se da principalmente con la aparición del Arcadia, un paraje cercano al bosque donde acuden los solitarios habitantes de aquella región, pero que pronto se revela como algo más, donde se dan exploraciones que trascienden una simple investigación policial, y parecen materializarse deseos e inquietudes.
La noción clásica de la Arcadia como un paraíso bucólico tiene aquí un tinte más oscuro, más ligado al deseo y la muerte (también una concepción clásica ligada a los griegos como es la del eros y thanatos). Aquí cada personaje tiene su propia pesquisa personal, sumada a la que mueve el argumento, y cada uno sus propias ligaduras con los demás y con el lugar. Todo el entorno tiene un carácter crepuscular, neblinoso, donde siempre parece estar anocheciendo. Y de la misma forma es un espacio “liminal” o de transición: los personajes parecen haber entrado a un lugar que está de paso hacia alguna otra parte. Esto se ve en las pocas locaciones y su presentación: la playa, el bosque, el bar, la casa. Y de forma más llamativa en el camino de entrada, una construcción de piedra con un camino que bordea un dique (el lugar del accidente), que parece casi ridículo como paso para automóviles por su estrechez y su inconveniencia, pero se entiende mucho mejor desde lo estético y su uso como punto de inflexión y de sentido, ese portal hacia un “otro-lugar”.
Zois construye con Arcadia un verosímil engañoso pero detallado, y que transmite desde lo estético esa sensación de desencajamiento que poco a poco se va confirmando en la narración. Con belleza y sutileza mueve piezas para que las culpas, las penas, las búsquedas pasen a ser otras y que al final se llegue a una resolución que puede parecer algo complicada, pero tiene perfecto sentido teniendo en cuenta lo que la película plantea.
Titulo: Arcadia
Año: 2024
País: Gracia
Director: Yorgos Zois