Jesse Eisenberg aborda con agudeza y sensibilidad un tema complejo: el dolor que no es directamente nuestro, pero que igual sentimos. A través de la historia de dos primos, David y Benji, que viajan a Polonia para honrar a su abuela fallecida, sobreviviente del Holocausto, vemos cómo el pasado familiar resuena en las generaciones que no lo vivieron, moldeando sus identidades y emociones en el presente. La historia pone en primer plano el peso de la memoria colectiva y personal. Para David, el pasado es un legado silencioso, algo que honra desde la distancia, mientras que para Benji, es una carga que lleva a cuestas con desparpajo y contradicción. Este choque entre la contención y la expresión desbordada refleja una tensión más amplia: ¿en la actualidad qué lugar ocupa el dolor heredado en nuestras vidas cotidianas, marcadas por la inmediatez y la desconexión?
La película tiene ideas sobre cómo enfrentamos la herencia emocional de nuestros antepasados. ¿Es posible empatizar con un sufrimiento que no vivimos, o nuestras conexiones con ese pasado están condenadas a ser fragmentarias y simbólicas? Eisenberg no busca imponer una visión definitiva, sino abrir un espacio para cuestionar el modo en que esas historias influyen en la vida cotidiana, sobre todo en comunidades como la suya en donde el sufrimiento pasado también es un actual ¿Cómo se transforman estas narrativas colectivas en una actualidad en la que se prioriza lo individual por sobre lo comunitario?
El guion de Eisenberg destaca por su capacidad de capturar las pequeñas contradicciones humanas. La risa y el silencio se entrelazan en conversaciones que van entre lo trivial y lo profundo. Las dinámicas entre David y Benji, llenas de tensiones y afectos reprimidos, ilustran cómo ese dolor que “supuestamente” sienten no es una carga estática, sino un fenómeno dinámico que cada generación traduce según su tiempo y sus propios conflictos internos.
A Real Pain plantea la pregunta de: ¿cómo podemos reconciliarnos con un pasado doloroso sin permitir que nos defina por completo? Más allá de su narrativa familiar y sus momentos cómicos, por momento muy similares a un Woody Allen de los años 90, la película se convierte en una metáfora de la relación con la historia colectiva. En un mundo actual donde, según Eisenberg, la velocidad de la vida moderna tiende a minimizar la importancia del pasado, nos intenta recordar que esas conexiones, aunque complejas, son esenciales para entender quiénes somos y hacia dónde vamos.
