“Escribir la vida”
Por Kristine Balduzzi
En Writing Life: Annie Ernaux Through the Eyes of High School Students, Claire Simon propone una mirada insólita: no la de expertos, críticos o lectores veteranos, sino la de adolescentes que descubren por primera vez la fuerza desarmante de Annie Ernaux. Esa simple decisión desplaza el centro del documental hacia un territorio donde la literatura se vuelve un espejo inmediato, casi urgente, que invita a cada joven a pensar en sí mismo, en su familia y en aquello que rara vez se confiesa en voz alta. La obra de Ernaux —tan directa, tan limpia, tan rigurosamente honesta— adquiere aquí un eco inesperado: en las aulas, en los patios, en las calles de distintos rincones de Francia y de la Guayana Francesa, la escritora deja de ser una figura consagrada para convertirse en una presencia íntima que aviva recuerdos, tensiones y deseos todavía en formación.
Lo que aparece una y otra vez es la impresión de que los textos de Ernaux no se leen como se lee cualquier novela, sino como se abre una puerta hacia la vida propia. Su capacidad para narrar desde lo cotidiano —un supermercado, una relación clandestina, una distancia creciente con los padres— permite que estos adolescentes se reconozcan en sus palabras, incluso cuando las circunstancias históricas o sociales sean distintas. Ernaux escribe desde la memoria, pero esa memoria, por más situada que esté, resuena en quienes intentan comprender quiénes son y cómo se formaron. En el aula, los estudiantes comentan pasajes que hablan de vergüenza, de deseo, de clase, de imposiciones sociales; y sin embargo el verdadero centro no es la autora, sino el eco que provoca en ellos. La literatura se convierte así en un territorio donde se arriesga la vulnerabilidad, donde se comparten miedos y también ambiciones.
La pregunta por el sentido del arte aparece como un hilo subterráneo: ¿para qué escribimos?, ¿para qué leemos?, ¿por qué algo tan frágil como una frase puede orientarnos en medio de nuestras contradicciones? Los adolescentes no responden desde la teoría, sino desde la experiencia inmediata: para algunos, la escritura es un modo de entender el origen propio; para otros, una manera de poner nombre a impulsos que no sabían cómo expresar. En ocasiones, las reflexiones nacen de manera improvisada, casi desordenada, pero en su sinceridad revelan lo esencial: que el arte puede ser un espacio de libertad cuando la vida cotidiana aún está marcada por las expectativas familiares, los límites económicos o el peso de una identidad en conflicto.
Simon observa con paciencia esos momentos en que un estudiante reconoce la violencia silenciosa de las diferencias de clase que Ernaux describe, o cuando una chica explica cómo un pasaje sobre el cuerpo femenino la ayuda a pensar en su propio derecho a decidir. Al no intervenir ni explicar, la directora permite que la lectura se convierta en conversación y que la conversación se convierta en un acto de autodescubrimiento. Allí surge una idea poderosa: que la literatura, lejos de ser un objeto aislado o una obligación escolar, actúa como una herramienta para interpretar el mundo, para desmontar prejuicios y para reconocer que cada vida está atravesada por capas de memoria, dolor y deseo.
Uno de los aspectos más conmovedores es ver cómo jóvenes de lugares tan distintos encuentran puntos de contacto entre sus historias y la voz de una mujer que escribió sobre la Francia de otro tiempo. Desde los suburbios parisinos hasta Cayena, pasando por Toulouse, las palabras de Ernaux se leen bajo la luz de contextos sociales diversos, algunos marcados por la herencia colonial, otros por tensiones económicas o por la sensación de no encajar en modelos impuestos. Así, la obra de la escritora se despliega como un territorio democrático: cada lector extrae algo diferente, interpreta desde su lugar, reescribe mentalmente lo leído. La literatura ya no es un objeto fijo, sino un organismo vivo.
Fuera del aula, Simon registra conversaciones que continúan en bancos, en paradas de autobús, en pasillos donde la vida parece correr sin pausa. En esos instantes, la lectura deja de ser una actividad escolar y se mezcla con la intimidad juvenil: amistades, dudas amorosas, pequeños gestos de rebeldía. Los estudiantes no solo analizan textos; se miran a sí mismos a través de ellos. De pronto, una joven confiesa que quizá quiere escribir, que siente que las palabras pueden ordenar lo que lleva dentro. No es un homenaje a Ernaux, sino la constatación de que un libro puede despertar una voz.
Lo que se revela, en última instancia, es la capacidad del arte para circular entre generaciones, para dejarse reinterpretar, para seguir interrogando a quienes vienen después. Writing Life muestra cómo textos escritos hace décadas cobran una vitalidad nueva cuando se enfrentan a quienes aún están descubriendo su lugar en el mundo. Y al hacerlo, recuerda que la literatura no pertenece al pasado ni a los especialistas, sino a cualquier lector dispuesto a abrirse. Allí, en ese encuentro simple y profundo, es donde empieza de verdad la vida de la escritura.
Titulo: Writing Life: Annie Ernaux Through the Eyes of High School Students
Año: 2025
País: Francia
Director: Claire Simon