CALIGARI

Visages villages (2017), de Agnès Varda y JR

“El arte en la piedra y en la piel”

Por Rocío Molina Biasone

Lugares y rostros: podríamos hacer una definición del cine que se redujera a estos dos elementos simples y complejos a la vez. ¿Qué es el cine sino situarnos en un lugar, cualquier lugar, real o fantástico, de día o de noche, en la tierra o en el espacio exterior? ¿Qué es el cine, desde su origen, sino filmar rostros, rostros de personas, de animales, rostros que se escuchan pero no se ven, rostros de toda forma y color, en llanto o sonrientes, gritando o en silencio? Podemos al menos decir que el cine de Agnés Varda es un cine de rostros y de sitios, cada uno de éstos expandiéndose a través de viejas fotografías y de recuerdos. Algo indiscutible es que el cine de Agnés es un cine de mucha calidez y mucha humanidad, del mejor tipo de humanidad.

Visages Villages es una película sobre las personas, sobre muchas personas, sobre las relaciones que establecen entre ellos, y con los lugares que habitan. Varda se asocia a JR para llevar esta relación de las personas entre ellas, y con sus lugares, a una fusión real: inmortalizando personas reales en lugares reales, personas inmensas en sus particularidades, detalles para los que Agnés y JR tienen unos ojos muy afilados, que pueden ver la belleza y el potencial de los rostros de mineros ya muertos, de una anciana que defiende su barrio ante la adversidad, de una moza de un bar, de un viejo de espíritu anarquista, de mujeres, hombres y niños que encuentran en su recorrido de itinerario espontáneo por Francia.

Pero también es un filme sobre la relación entre ambos directores. Una relación nueva e inesperada. Una artista de décadas de experiencia, junto a un artista joven aunque ya consagrado. Una fotógrafa y cineasta, junto a un fotógrafo y artista callejero. Varda y JR parecen haberse encontrado en el momento justo, con el proyecto perfecto para combinar sus talentos y hacer lo que mejor hacen: encontrar formas nuevas de provocar el diálogo entre humanos y lo que estos han construido, destruido, o dejado de construir, a través de los años. El arte de JR no es extraño a las calles de ciudad, que ya han ido acostumbrándose a ser un canvas para la pintura de jóvenes rebeldes así como de pintores contemporáneos. Pero no es a las ciudades adonde se dirigen, sino al campo, a las granjas, a los pueblos más rurales, cuyas antiguas paredes y construcciones utilitarias no han conocido intervención alguna. No se trata de pegar cualquier fotografía linda en una pared. Se trata de plasmar en madera, en cemento, en ladrillo los rostros, solos o acompañados, de quienes allí trabajan, viven, dan lo suyo día a día. La persona deja algo de sí en el sitio que habita y dentro del cual desarrolla su día a día: Varda y JR quieren hacer esto visible e imperdible.

Al fin y al cabo, los rostros y los físicos que importan no son solo los de quienes conocen en la ruta, sino aquellos de los viejos amigos de Agnés y de la abuela de JR. Se parte desde lo desconocido, se pasa a lo familiar, y luego se concluye por uno mismo. Los rostros importan, y a Agnés le molestan las gafas oscuras que JR no se saca jamás. Su rostro y este capricho le recuerdan a su viejo amigo — o como diría ella, enojada, amigo ‘de hace mucho tiempo’ — Jean-Luc Godard. Este viaje fue para conocer gente, pero también para conocerse entre ellos, tantearse los límites y qué los saca de quicio. Agnés y JR partieron para ver y fotografiar rostros en lugares. Pero también para mirarse los propios, mutuamente, en sus lugares.

Titulo: Visages villages

Año: 2017

País: Francia

Director: Agnès Varda & JR