“El juego se llama desorientar”
Por Sebastián Francisco Maydana
Cuando Negin y Nazgol encuentran un billete de cien en las calles de Winnipeg deciden usarlo para restituirle los anteojos a un compañero de escuela, que los perdió en un confuso episodio involucrando un pavo. El único problema es que el billete está congelado, lo cual desata una frenética búsqueda del tesoro para encontrar alguna forma de liberarlo del bloque de hielo. Al mismo tiempo, Matthew renuncia a su trabajo en Quebec y viaja a Winnipeg a visitar a su madre. Aunque todos estos eventos tienen una coherencia interna, por momentos roza el sin sentido. Nada es demasiado racional y las expectativas del espectador son desafiadas continuamente.
Y sin embargo el guion es relativamente simple. El juego de Matthew Rankin se llama desorientar. Para ello echa mano de todas las herramientas que encuentra a su alcance: frecuentes cruces de eje, carteles de negocios canadienses escritos en persa, un vestuario que no parece pertenecer a una misma época (o incluso a alguna época) ni a un lugar, todos hablan en farsi, proliferan los planos medios con poca profundidad que evitan establecer un horizonte, y por último se pone en duda si todo transcurre en un mismo tiempo o no. Es inevitable hacerse preguntas, ¿Por qué todos hablan en farsi? ¿Por qué hay un personaje que es mitad humano, mitad árbol de navidad? ¿Por qué la obsesión con los pavos? Tal es la insistencia con este tipo de cuestiones, que el espectador termina por abandonarse a disfrutar la película sin cuestionarla. Que es lo mejor que se puede hacer. Como cuando uno se sube al samba.
Lo más difícil de hacer en una película de estas características es suplantar las expectativas iniciales de la audiencia por otras, con sus propias reglas y sentidos. Y Universal language lo hace con elegancia. Es sencillo entrar en el mundo de la película, sobre todo porque es posible empatizar con cada personaje, incluyendo a los antagonistas. Cada uno tiene intereses y objetivos claros, excepto Matthew, que se embarca en una búsqueda difícil de comprender y no da pistas de lo que desea, pero justamente por este mismo hecho funciona como avatar del espectador. Es a través de él que atravesamos el congelado y desconocido Winnipeg que nos propone el director (que, por otro lado, interpreta a su homónimo) y asistimos al desarrollo de varias búsquedas distintas que se cruzan. Y es la búsqueda de un lenguaje universal que permita comunicarse y hacer participar al espectador lo que hace interesante a esta película que, de nuevo, sólo exige del espectador que la acepte tal cual como es.
Titulo: Universal Language
Año: 2024
País: Canadá
Director: Matthew Rankin