“Las profundidades de la deshumanización”
Por Mauro Lukasievicz
Sobrepasando las fronteras del cine noir tradicional para construir un universo de profunda reflexión sobre la deshumanización, en Una Ballena, Pablo Hernando nos sumerge en una experiencia visual y sonora cautivadora, donde el componente sobrenatural se mezcla con una realidad sombría y desolada, trazando una historia que, a través de una narrativa ambigua y rica en simbolismo, se convierte en una exploración de la naturaleza humana. La protagonista, Ingrid, es una asesina a sueldo implacable y solitaria. Aunque podría fácilmente ocupar un papel en el arquetipo clásico de femme fatale, en Una ballena este personaje va mucho más allá de los clichés del noir. Ingrid es una figura en constante descomposición, un símbolo de la deshumanización de la sociedad en un contexto de violencia y ambición desmedida. Sus encargos de asesinato son solo una excusa para un viaje más introspectivo hacia las profundidades de la alienación y el aislamiento. Ingrid está atrapada entre dos mundos: el de la corrupción y el poder en la superficie, y un océano oscuro que la llama hacia lo profundo, donde habitan criaturas mitológicas que reflejan los aspectos más oscuros de su ser.
Cada plano parece cuidadosamente pensado para transmitir una sensación de inquietud y de vacío a través de un juego constante de luces y sombras, Hernando crea una atmósfera en la que lo fantástico se entrelaza con lo cotidiano, logrando una tensión constante entre lo visible y lo oculto, entre lo humano y lo monstruoso. El mar es uno de los símbolos más poderosos en Una ballena, y no solo como un escenario físico, sino como un reflejo de los deseos y miedos más profundos del personaje central. Al avanzar en su misión y adentrarse en el abismo emocional y psicológico, Ingrid es llamada por el océano, una metáfora de la descomposición moral que la va absorbiendo. En cada encargo de asesinato, Ingrid desciende un poco más en esa negrura marina, como si el océano la reclamara, despojándola de lo humano para convertirla en algo indefinible, una sombra atrapada en un mundo donde la ambición y el poder anulan cualquier rastro de empatía y afecto.
En la aparente simplicidad de la trama, Hernando construye un relato complejo que fusiona elementos de géneros como el noir y el terror, creando una narrativa que deja espacio para la interpretación y se plantea como un rompecabezas emocional, donde cada escena, cada gesto, nos habla de las contradicciones y la opresión que experimentan los personajes en un mundo que parece diseñado para destruirlos.