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Transamazonia (2024), de Pia Marais

Conexión emocional

Por Valentina Soto

Transamazonia de Pia Marais intenta establecer una conexión emocional entre los personajes y el entorno amazónico que los rodea, pero es este último el que deja una impresión más profunda en el espectador. En su cuarto largometraje, la cineasta sudafricana, cuya obra resuena con un enfoque verdaderamente transnacional, busca construir una narrativa que involucre emocionalmente al público, enfocándose en personajes con los que es fácil empatizar, como los indígenas Assurini de Trocará, Brasil. Sin embargo, la película se percibe más efectiva como una pieza atmosférica, donde el choque entre empirismo y superstición se despliega con la sutileza de un humo que emana desde lo profundo de la selva.

Pese a su reconocimiento en el circuito de festivales, Marais no ha logrado una distribución cinematográfica amplia. Su largometraje de 2007, The Unpolished, ganador del premio principal en Rotterdam, es uno de los debuts más subestimados de su época. En Transamazonia, Marais recurre a una narrativa con tintes autobiográficos, comenzando con un accidente aéreo del cual Rebecca (interpretada por Helena Zengel) emerge como la única sobreviviente. La muerte de su madre la deja al cuidado de su padre Lawrence (interpretado por Jeremy Xido), un predicador evangelista de moral dudosa pero curiosamente principista, que dirige una misión frecuentada principalmente por la población indígena local. A raíz del accidente, Rebecca es aclamada por sus supuestas habilidades curativas, aunque la película no se preocupa por desmentir o confirmar estas afirmaciones. Más bien, Transamazonia explora la compleja interacción entre las diversas culturas, sistemas de creencias y dinámicas de poder que coexisten en Brasil, aunque siempre desde una perspectiva extranjera que recuerda a las ficciones coloniales de Joseph Conrad y a las obras de Claire Denis.

El conflicto central de la trama surge cuando Alves (Rômulo Braga), un empresario maderero, solicita la ayuda de Lawrence y Rebecca para intentar sacar a su esposa de un coma. Este desafío es aceptado con entusiasmo por Lawrence, quien ve en él una oportunidad para reforzar su ego como un “chamán de la selva”. Mientras tanto, Rebecca comienza a cuestionar sus raíces y a entablar relaciones con los jóvenes de la tribu Assurini, como Silas (Hamã Luciano), lo que despierta su conciencia sobre el impacto destructivo de las actividades de Alves en la selva.

El título de la película, Transamazonia, alude tanto a la Carretera Transamazónica que atraviesa la selva brasileña, como a una “zona” similar a la de Stalker de Tarkovsky, un espacio en el que se buscan milagros y se exploran deseos metafísicos. Esta “zona” no es un simple escenario, sino una realidad envolvente que refleja la influencia continua de los líderes religiosos carismáticos y su integración en las estructuras de poder de la Brasil contemporáneo, marcadas por la era Bolsonaro.

A pesar de sus ambiciones, Transamazonia encuentra su mayor éxito en la creación de un discurso que asocia la Iglesia, la tierra y el capital, aunque a veces a costa de convertir a sus personajes en figuras excesivamente simbólicas y casi vacías. Sin embargo, la actuación inquietante de Zengel como una niña precoz que navega su transición a la adultez, mientras desentierra sus orígenes y se enfrenta a su destino, añade una capa de autenticidad a esta exploración de la fe, la identidad y la explotación.

Titulo: Transamazonia 

Año: 2024

País: Francia / Alemania / Suiza / Brasil / Taiwan

Director: Pia Marais

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