“Un experimento fallido”
Por Sebastián Francisco Maydana.
Un indígena norteamericano se encuentra caminando por las calles de los barrios menos turísticos de París. El único rasgo reconocible de las imágenes de las guías de viaje y las cuentas de Instagram es la basílica de Sacre Cœur, un centro de panóptico alzándose vigilante por encima de la línea de monoblocks. Nuestro personaje es un pez fuera del agua, un americano en París sin pareja de baile y con una trenza que asoma bajo una gorra que anuncia su “Native Pride”. No tarda mucho en entablar conversación con un refugiado afgano, quien le cuenta que en Afganistán solía ser boxeador, pero que tuvo que emigrar forzosamente. Le muestra las marcas de la guerra en su cuerpo. El indio se siente identificado y le intenta dar un billete de diez dólares, que el otro no acepta. “Mi padre era boxeador, y era muy pobre… como vos. Aceptá mi ayuda”. El rechazo es visto como muestra de orgullo, asombrosa demostración de la dignidad de los nadies. Pero no, no es orgullo. Simplemente se trata de que el boxeador no se siente pobre. Ese es un rótulo que no está dispuesto a aceptar.
Lech Kowalski, el polaco/inglés radicado en Estados Unidos que supo entregarnos crudos y magistrales reportes del movimiento punk mientras se estaba moviendo, nos propone en este mediometraje un interesante experimento. Se trata de replicar la premisa de Un Americano en París (1951), pero sin el glamour y con un nativo americano en el papel de Gene Kelly. El problema es que la París de posguerra no es la misma que esta ciudad de preguerra que languidece mientras espera el tiro del final. Es un experimento fallido porque titula a su película Esto también es París, cuando la referencia, el prototipo que permitiría decir que esto también es eso, no existe desde hace décadas ¿Quién es el extranjero, dónde? En las ciudades, especialmente en las grandes ciudades, y sobre todo en las grandes ciudades de Europa central, no existen los “pobladores originarios”. El indio ¡que habla inglés! se sorprende de tener algo en común con el afgano, a quien ve como una anomalía, un personaje exótico.
En lo profundo, el problema radica en el punto de partida, que es tan inocuo como específicamente occidental, blanco y masculino. Es el pensamiento, arraigado en la mente occidental, que en el fondo “somos todos humanos” y tenemos los mismos problemas. Este documental es una muestra elocuente de que eso no es así. El problema de las personas que aparecen en él no es la pobreza, aunque duerman en la calle y midan su patrimonio por la cantidad de mantas que poseen. Es el imperialismo. No abandonaron su país para mejorar su calidad de vida, sino para tener una. Atrás quedaron la guerra y los talibanes aplicando el entrenamiento en tortura que les enseñaron los yanquis.
Sin quererlo, Kowalski nos muestra el lado A que el Primer Mundo se niega a ver, el retrato de una ciudad que cada vez más se parece a uno de esos no-lugares de los que advierte el antropólogo (francés) Marc Augè: un lugar de paso, una recalada sin historia ni identidad a donde nadie pertenece y donde la identidad es impracticable. Para tener un panorama no romantizado, auténtico, de la “ciudad luz”, no hay que ir más lejos. Acá está. This is Paris. Lo otro no es más que un producto comercial.

Titulo: This is Paris Too
Año: 2020
País: Francia
Director: Lech Kowalski
