“Wes Anderson ante el espejo de su propio estilo

Por Kristine Balduzzi

Con The Phoenician Scheme, Wes Anderson continúa expandiendo un universo cinematográfico que, a estas alturas, se ha convertido casi en un subgénero en sí mismo. El encuadre meticulosamente simétrico, los movimientos de cámara milimétricos, la paleta cromática que bordea lo pictórico y un elenco coral que transita entre lo excéntrico y lo entrañable vuelven a estar presentes en su nueva película. La pregunta es si todo esto todavía nos sorprende o si, como muchos señalan, Anderson está condenado a repetir, una y otra vez, la misma película con pequeñas variaciones.

La historia gira en torno a Zsa-zsa Korda (Benicio del Toro), un magnate tan rico como extravagante, que sobrevive a su sexto accidente aéreo y comienza a sospechar que alguien quiere verlo muerto. Ante la inminencia de su desaparición, decide confiar su legado empresarial a su hija Liesl (Mia Threapleton), una monja de principios rígidos que fuma en pipa y que mantiene una relación tensa y distante con su padre. Juntos recorrerán los rincones de la imaginaria nación de Fenicia, topándose con sindicalistas corruptos, nobles excéntricos y revolucionarios sospechosamente organizados, mientras tratan de poner en marcha un ambicioso plan de infraestructuras. En esta oportunidad, Anderson propone un relato más contenido que sus anteriores películas, lo que permite una mayor claridad narrativa sin renunciar a la complejidad visual. A diferencia de The French Dispatch y Asteroid City, cuyas estructuras fragmentadas o metatextuales desafiaban al espectador, aquí hay una línea argumental más clara, centrada en la relación padre-hija y en el intento de redención de un personaje profundamente amoroso pero igual de corrupto.

El director vuelve a desplegar su talento para la construcción de mundos. Fenicia, aunque ficticia, respira vida a través de túneles industriales, oficinas ornamentadas, puentes en construcción y castillos desmoronados, todos dispuestos con una obsesiva perfección. No obstante, tanta minuciosidad también puede resultar abrumadora, especialmente cuando se introduce información a un ritmo que deja poco espacio para respirar. Aun así, la película tiene momentos de genuina frescura, como cuando Bjorn, el hilarante tutor noruego interpretado por Michael Cera, irrumpe con su acento escandinavo y su obsesión por los insectos, robándose varias escenas con una mezcla de ingenuidad y absurdo. Una de las lecturas más sugerentes de The Phoenician Scheme es la que propone verla como la tercera parte de una trilogía informal sobre el proceso cinematográfico. Si The French Dispatch exploraba la escritura como forma de moldear la realidad y Asteroid City reflexionaba sobre la dirección y la teatralización de los textos, The Phoenician Scheme se centra en la producción: en cómo las películas, como los grandes proyectos de ingeniería, dependen tanto de la voluntad artística como de la habilidad diplomática para reunir los recursos, convencer a los socios y mantener a raya los egos. Zsa-zsa, con sus cajas llenas de papeles, mapas y contratos, no dista tanto de un productor que busca hacer posible lo imposible.

Esta analogía refuerza la noción de que Anderson está hablándonos cada vez más de sí mismo. No solo de su proceso creativo, sino de su lugar dentro de un ecosistema industrial que, mientras se vuelve cada vez más monótono y predecible, lo señala a él por ser “demasiado Wes Anderson”. Sí, es cierto: hay una fórmula que se repite. Pero también hay espacio para pequeñas rupturas, como ese plano en ángulo holandés (inusual en su cine) o una escena de humor físico que recuerda más a Jerry Lewis que a Jacques Tati. The Phoenician Scheme no es una revolución dentro de la filmografía de Anderson, pero tampoco pretende serlo. Se trata, más bien, de un nuevo capítulo en su exploración de la familia, el legado, el arte y la burocracia. Puede que no convenza a quienes ya se han cansado de su estilo, pero ofrece suficientes matices para quienes todavía encuentran placer en su lenguaje visual y en su capacidad para combinar lo absurdo con lo melancólico. ¿Es siempre la misma película? Tal vez. Pero incluso dentro de esa repetición, Anderson sigue encontrando formas de contar algo nuevo.

Titulo: The Phoenician Scheme 

Año: 2025

País: Estados Unidos

Director: Wes Anderson