“Ambición Estética”
Por Fernando Bertucci
La primera película de Justin Anderson, arranca con una promesa intrigante: una familia aparentemente disfuncional se enfrenta a una presencia perturbadora durante sus vacaciones, lo cual promete revelar profundos conflictos internos. Isabel, una corresponsal de guerra y su esposo poeta, Joe, llegan a una villa en la costa con su hija adolescente, Nina. La tensión latente entre ellos se desata cuando encuentran a una mujer desnuda flotando en su piscina. Esta mujer, Kitti, es misteriosa y encantadora, y sin mucha explicación, Isabel la invita a quedarse en la casa de huéspedes, una decisión que introduce un ingrediente inesperado y peligroso en la dinámica familiar.
Kitti no solo se convierte en una observadora pasiva; lentamente empieza a infiltrarse en las vidas de los miembros de la familia, exponiendo las fisuras en sus relaciones. Con una calma inquietante, parece manejar las emociones de cada uno, haciéndoles confrontar secretos y dolores profundos que habían permanecido enterrados. La película empieza con gran ímpetu y destreza visual, introduciéndonos en este entorno de ensueño, pero no tarda en perder el rumbo al optar por un enfoque narrativo y estilístico que confunde más de lo que esclarece.
A medida que avanza la historia, la presencia de Kitti se torna cada vez más enigmática y casi sobrenatural, evocando el estilo de la “Ola Griega Extraña” de directores como Yorgos Lanthimos y Athina Rachel Tsangari. Anderson utiliza elementos visuales y de sonido que añaden una capa de surrealismo, como la partitura musical, compuesta por tensas cuerdas que se sienten como un colapso nervioso a cámara lenta. Este enfoque estético es sin duda ambicioso y añade una atmósfera cargada de presagios, pero también desvía la atención de los conflictos emocionales que deberían estar en el centro de la trama. Aunque el guion insinúa revelaciones complejas sobre el pasado de Joe y los sacrificios de Isabel en su carrera, estas narrativas se diluyen en una serie de secuencias alegóricas y decisiones artísticas que no logran integrarse en una trama coherente. La transición hacia el segundo acto marca el comienzo de una serie de cambios abruptos en los personajes, especialmente en Isabel, cuyo desarrollo parece desorientado y poco natural. La película pierde la oportunidad de explorar de manera genuina el impacto de la presencia de Kitti en las relaciones de la familia, optando en cambio por escenas de danza interpretativa que, si bien visualmente intrigantes, parecen forzadas y desconectadas del hilo narrativo principal.
A medida que la historia se adentra en lo surrealista y lo simbólico, los personajes parecen más arquetipos que seres humanos complejos, dejando a la audiencia con una sensación de desaprovechamiento. Swimming Home podría haber sido una exploración profunda de las complejidades de la vida familiar y las crisis personales, pero su afán de ser “artística” la lleva a perderse en su propia ambición.