“La muerte es una extraña”

Por Sebastián Francisco Maydana.

Splendid Isolation es un drama surrealista (palabra que casi siempre se usa mal, pero que en este caso calza perfectamente) que involucra a dos chicas viviendo en una isla que creen desierta. La cercanía entre ellas es paradójica, porque no tienen contacto físico. Hannah no se saca los guantes negros, no toca a Anna, que parece sufrir un deterioro físico progresivo. Se buscan constantemente y se encuentran, incluso sus labios llegan a estar a pocos milímetros, separados por un vidrio.

Cuando encuentran una casa solitaria deciden mudarse allí. Están solas, pero alertas. Parecen creer (o saber) que algo malo puede pasar en cualquier momento. La casa, y ellas, están vigiladas por una multiplicidad de pantallas. Un dron sigue a Hannah cada vez que se aleja del edificio, y la mayoría de los cuartos, incluyendo un misterioso sótano recubierto de paneles de aislamiento sonoro, están provistos de cámaras de vigilancia que alimentan sus imágenes las veinticuatro horas del día a una tablet.

Con solo dos protagonistas, una playa y una casa de arquitectura moderna, la cámara tiene libertad ilimitada para explorar todos los valores de plano y todas las texturas fractales que existen en ese acotado mundo. Y si la fotografía parece limitarse a observar el mundo de las chicas y retratarlo logrando composiciones estéticamente perfectas, la historia que se cuenta se sostiene exclusivamente con las actuaciones extraordinarias de Anneke Sluiters (Anna) y Khadija el Kharraz (Hannah). Con sus expresiones y lenguaje corporal construyen los climas, que cambian varias veces en la misma escena, pasando a veces del terror a la euforia en un mismo plano, y contagiándose entre ellas la risa y el espanto. Buscado o no, el parecido de Anna a Sissy Spacek en Carrie (1976) es muy adecuado, ya que su personaje lleva la misma carga de muerte adentro suyo.

Están solas en la isla, y no lo están. La muerte es una extraña que llega un día de no se sabe bien dónde, pero que ya se sabía que iba a llegar. Hannah tiene un arma, sí, pero eso sólo la hace más impotente porque sabe que cualquier medida para detenerla o engañarla será inutil.

Es una película que habla del aislamiento, esa palabra tan repetida y leída en estos años, y lo hace desde un lugar que es a la vez literal y metafórico, paradójico, esotérico y vívido. La pureza virginal de Anna, la ira contenida de Hannah, la impavidez de la visitante inesperada, todo se conjuga en una experiencia sensorial excelentemente lograda y profundamente inquietante