“¿Dónde está la línea entre la lucidez y la oscuridad?“
Por Valentina Soto
Desde el principio de la inquietante Salve María de Mar Coll, la protagonista, María (Laura Weissmahr), se enfrenta a los desafíos y confusiones inherentes a la maternidad. A pesar de que se le advierte que habrá muchas cosas que como madre primeriza no comprenderá del todo, hay una expectativa tácita de que no debería percibir estos retos como fallos en su crianza. Sin embargo, esta presión la persigue. La maternidad es una experiencia absorbente que amenaza con despojar a una persona de una vida plena y saludable. María, que es escritora, apenas encuentra pequeños momentos para dedicar a su escritura, mientras los llantos incesantes de su bebé exigen su atención constante. Este agobio de la maternidad la ha alejado también de sus amigos.
Coll adapta la novela Madres no de Katixa Agirre, enfocándose en los dolores postparto que no solo erosionan el cuerpo, sino que también pueden desestabilizar la mente. A través de la desgarradora interpretación de Weissmahr, cuya fragilidad física resalta su tormento interno, la película nos lleva a explorar los pensamientos y miedos más oscuros que una madre puede albergar. Coll se atreve a dar voz a esas emociones supuestamente innombrables y aterradoras que acechan en los rincones más escondidos de la conciencia materna.
Es raro encontrar películas que aborden con tanta claridad y audacia ideas tan incómodas. Aunque títulos como The Lost Daughter de Maggie Gyllenhaal vienen a la mente, Salve María se adentra aún más en terrenos peligrosos. Las experiencias que vive María, o mejor dicho, que la arrastran por completo, son difíciles de presenciar. La visión de Coll no esquiva las demandas físicas y emocionales implacables que la maternidad impone. Cada detalle, cada noche de insomnio que María pasa junto a su bebé, temiendo por su salud a pesar de las tranquilizaciones médicas, se siente con un impacto inmediato y ardiente. ¿Por qué sigue vomitando mientras lo amamanta? La duda constante de que algo podría estar mal con su hijo la consume.
Nico, su esposo (interpretado por Oriol Pla), no encaja en el estereotipo, pero tampoco es ajeno a un machismo sutil. Aunque sigue posponiendo su permiso de paternidad, insiste en la importancia de su trabajo por el dinero que les permitirá mudarse a un mejor apartamento. A pesar de sus intenciones aparentemente sinceras, presiona a María con las expectativas sociales impuestas sobre las madres, subrayando casualmente que debería hablar con el bebé, como ha leído que es efectivo. Es una de esas cargas que se atribuyen a las madres simplemente por tradición.
¿Por qué las madres deben cargar con estas responsabilidades como si fuera un destino inevitable? El peso de estas expectativas se refleja claramente en el rostro de María, con sus ojos hundidos, visibles signos de que está al borde del colapso.
La situación de María se agrava cuando descubre una noticia sobre una madre, Alice, que ahogó a sus gemelos de diez meses en una bañera. La historia de Alice comienza a invadir la mente de María, transformándose en una obsesión que canaliza en su escritura. Las líneas entre la identificación personal y la obsesión se difuminan peligrosamente, mientras María se sumerge cada vez más en la historia de Alice.
Los vecinos y los medios se preguntan cómo Alice pudo cometer un acto tan horrendo, insistiendo en que “parecía una madre normal”. A medida que vemos a María desmoronarse, el infanticidio de Alice ya no parece tan increíble. Un personaje incluso bromea nerviosamente sobre por qué los basureros no están llenos de bebés. María, por su parte, sufre horribles pesadillas en las que empuja a su hijo fuera de la cama.
La película, estructurada en capítulos con intertítulos de filósofos, escritores y personajes míticos, plantea una única pregunta central: “¿Dónde está la línea entre la lucidez y la oscuridad?” A medida que la historia avanza hacia un terreno de thriller psicológico, Coll introduce elementos abstractos, coescritos con Valentino Viso, que intensifican la tensión. La banda sonora de Zeltia Montes subraya la creciente ansiedad, aunque en algunos momentos se vuelve un poco opresiva, una decisión comprensible dado el tono del filme. Salve María es una obra implacable y poderosa, sostenida por una interpretación principal formidable e inmersiva.
Titulo: Salve María
Año: 2024
País: España
Director: Mar Coll