“Los muchos caminos hacia lo real”
Por Nathália Oliveira
Tan difícil como dar un sentido a la transformación constante de nuestro mundo cada vez más tecnológico es elegir un camino por donde empezar a escribir sobre el impresionante Real, segundo largometraje de Adele Tulli, que tuvo su estreno mundial en el Festival de Locarno 2024.
La película es una inmersión en las más diversas interacciones humanas con las cámaras a nuestro alrededor, la realidad virtual y la intensa conectividad de nuestro tiempo. Tal como el mosaico de pantallas que vemos al inicio y al final de la proyección, cuando somos testigos de un grupo de meditación guiada en línea, la película arma una especie de mosaico de personajes en diferentes países como Corea, Italia, Alemania, y otros, en los cuales viven su cotidiano completamente atados a la tecnología, sea para trabajar, para relajarse, o para los quehaceres domésticos. Pero no se trata de un mosaico armado al azar. El flujo de pensamiento que nos conduce por la película, creado por un gran trabajo de guion y montaje, es lo que nos hace dudar todo el tiempo de nuestra propia opinión acerca del dominio galopante de la tecnología en nuestras vidas. Y también nos deja una única certeza: esto va a avanzar sí o sí, no importa qué opinión tengamos al respecto.
Una de las partes más interesantes de ese mosaico es el registro de la fabricación e implantación de los cables submarinos de fibra óptica que permiten la conectividad que usamos en nuestras vidas y que vemos en el resto de la película. Poco a poco, vemos cómo preparan los cables manualmente, luego cómo los pasan por máquinas para que puedan ser depositados en el fondo del océano, hasta el punto en que efectivamente vemos imágenes subacuáticas del momento en que se depositan y conectan. Llama la atención lo ajeno que puede parecer el fondo del mar, con sus criaturas como las medusas y crustáceos, que son lo más natural que hay si los comparamos con imágenes de gente sacándose selfies o personas interactuando por medio de avatares en programas de realidad virtual, que ya son cosas que nos parecen absolutamente naturales.
Siguiendo con el aspecto estético de la película, es muy interesante la variedad de puntos de observación que Tulli logra reunir de una forma orgánica y justificada. Desde los puntos de vista de los smartphones, que a veces vemos en vertical, pero horizontalizados, a veces dentro de la plataforma de red social, donde podemos ver los comentarios y registros típicos de las transmisiones en vivo, hasta los puntos de vista de cámaras de seguridad de las ciudades por donde circulan los personajes.
La selección de personajes es otro punto fuerte de la película. Se nota el trabajo de la dirección en el acercamiento y en la construcción de confianza con cada uno, porque lo que se ve en pantalla es un acercamiento tan profundo que nos permite no solo verlos, sino que verdaderamente comprenderlos. Mirarlos y vernos a nosotros mismos, aunque no vivamos exactamente el drama o el cotidiano de cada uno. Y es justamente esa proximidad la que hace que la película sostenga su eje de realidad.
Real no tiene la intención de dar respuestas al caos tecnológico que vivimos. Lo cierto es que nos muestra que estamos tan inmersos en él como los cables de fibra óptica en el océano, y eso no es bueno ni malo. Y que si hay alguna dosis de realidad que es común a todos, que nos conecta más allá de los cables, es el acercamiento que nos permite ver en otros seres humanos nuestra propia vulnerabilidad.
Titulo: Real
Año: 2024
País: Italia
Director: Adele Tulli