Ramona (2023), de Victoria Linares Villegas

“A por la representación”

Por Sabrina Palazzani

Una actriz de clase media que no se siente preparada para encarnar el papel de una adolescente embarazada de clase baja, Ramona, le pide a la directora entrar en contacto con quienes hayan pasado por esa situación para así poder llevar adelante el proyecto de ficción que emprenden juntas.

Con esa idea en mente, la actriz Camila Santana y la directora inician el recorrido por la isla y conversan con jóvenes embarazadas de entre 15 y 19 años que, conforme avanza la película, se meten en el juego ficcional y enriquecen las escenas con la encarnadura de su vivencia. 

El proyecto de Ramona comienza cuando la película de ficción (una joven de 15 años huye de su casa con un embarazo producto de un encuentro con un hombre que no volvió a ver) no puede llevarse a cabo porque no alcanza a los lugares que pretende. Ese “traspié” deriva en un documental que sí puede tomar el desafío. Y como para contar a una, es preciso narrar a todas, es que Ramona busca al grupo, al plural, para lograr formarse. Mediante este recurso, la película expresa que la existencia a retratar no es una fotografía aislada, sino un presente sumamente colectivo, y en algunos casos, herencia.

Grabada a dos cámaras y en tres locaciones, una de ellas un estudio que no oculta serlo, Ramona es un documental de procedimientos que podríamos calificar como típicamente contemporáneos, pero que arroja algunas novedades sobre la producción fílmica cuando se propone mostrar algún estado de lo real, la fisura de clases y la consecuente distancia entre las experiencias. ¿Cuál es la forma audiovisual más adecuada, más responsable, más cinematográfica y capaz de representar una realidad que preocupa pero que es ajena? Si una pregunta tal existiese, Ramona es una posible respuesta, ya que plantea el interrogante, la dificultad y la imposibilidad que está en el centro mismo del género (con todos sus matices, incluyendo el falso documental, el coqueteo con la ficción y las infinitas interferencias que ahí pueden producirse). 

Ramona cuenta con testimonios que nutren su narrativa y en ese sentido el alcance de las entrevistadoras es notable. En sus sucesivas apariciones, las adolescentes exponen cómo experimentan su embarazo, la posibilidad del aborto, la relación con sus madres y los padres de sus hijos. La directora en estas tomas hace gala de un respeto formidable por el tema a documentar y al mismo tiempo por la distancia que la separa del mismo, como si dijera: esto no lo viví, y así es como puedo contarlo. 

La película se sostiene entre la ficción y el documental pero no tarda en asentarse en esa naturaleza confusa, habilitando formas más ricas dentro del género. Son variados y habilidosos los modos de organizar este cruce.  Linares Villegas monta un ensayo en un estudio y son las jóvenes embarazadas las que dirigen en su lugar y “acomodan” la escena en la forma que consideran más ajustada a los hechos. Asimismo, la decisión de rodar en los espacios habitados por las jóvenes da cuenta de una búsqueda obstinada y elegante por la representación.

Titulo: Ramona

Año: 2023

País: Rep.Dominicana

Director: Victoria Linares Villegas