“Cielos prometidos, vidas suspendidas”

Por Kristine Balduzzi

Hay películas que no necesitan alzar la voz para dejar una impresión duradera. Promised Sky, dirigida por la cineasta franco-tunecina Erige Sehiri, es una de ellas. Con una mirada paciente y empática, el film se sumerge en la cotidianidad de tres mujeres migrantes marfileñas que, lejos de casa, intentan reinventar sus vidas en Túnez. Lejos de ofrecer un drama de denuncia estridente o una tragedia ejemplarizante, Sehiri opta por una narrativa íntima, centrada en los vínculos que se tejen cuando el mundo exterior parece desmoronarse. Desde su primera escena, el baño colectivo de una niña pequeña llamada Kenza,  Promised Sky marca el tono de lo que vendrá: una exploración delicada de los gestos mínimos que constituyen el cuidado, la resistencia y la solidaridad. En ese momento sencillo, las protagonistas no sólo lavan el cuerpo de la niña, sino que intentan, simbólicamente, purgar los miedos y el abandono que la rodean. No sabemos mucho sobre Kenza ni sobre sus padres, solo que ha sobrevivido a un naufragio y que ahora es acogida por tres desconocidas que, sin ser familia ni tener garantías, deciden acompañarla.

Marie, Jolie y Naney son las protagonistas de esta historia coral. Cada una representa una forma distinta de habitar el exilio. Marie ha logrado cierto arraigo institucional como pastora y figura materna de la comunidad. Jolie confía en la educación como pasaporte hacia un futuro más estable, mientras que Naney sobrevive con estrategias de pura intuición y coraje. En conjunto, estas mujeres trazan un mapa emocional del desarraigo, donde la precariedad no impide la construcción de afectos ni la persistencia de la esperanza. Lo notable del film es su capacidad para captar los matices de esta experiencia colectiva sin caer en la victimización. Sehiri no busca provocar indignación ni dramatizar en exceso, sino acompañar a sus personajes en su lucha cotidiana contra un sistema que las invisibiliza. Hay racismo, sí, y violencia institucional también, pero estos elementos nunca se presentan como momentos climáticos sino como parte de un fondo constante y opresivo, contra el cual las protagonistas deben afirmarse con pequeños gestos de dignidad.

El espacio compartido por las mujeres funciona como refugio físico y simbólico. No es un paraíso, pero sí un lugar donde pueden hablar, reír, planear y, sobre todo, reconocerse. En ese hogar precario, se cocina, se discute sobre religión y se comparten sueños. El “Cielo prometido” al que alude el título no es una tierra prometida externa, sino el horizonte íntimo que ellas intentan preservar pese a las circunstancias.

Uno de los logros más conmovedores de Promised Sky es su forma de articular la idea de comunidad sin idealizarla. Las tensiones existen, las contradicciones también. Jolie se muestra escéptica ante la fe que guía a Marie; Naney se resiste a ser parte de algo que la aleje de su objetivo más urgente: reunir el dinero suficiente para reencontrarse con su hija. Y, sin embargo, es en la suma de sus desacuerdos donde aparece la posibilidad de un nosotros. La película no ofrece soluciones ni grandes revelaciones, pero sí momentos de verdad: una promesa rota, una conversación en voz baja, una mano tendida. Kenza, la niña silenciosa que observa, se convierte en testigo involuntaria de este microcosmos de afectos frágiles. Su presencia funciona como un espejo de las heridas abiertas, pero también como símbolo de una esperanza que aún no ha sido derrotada. A través de ella, Promised Sky sugiere que la maternidad no siempre es biológica ni se ajusta a convenciones, sino que puede surgir de la necesidad compartida de proteger lo vulnerable. Lejos de los discursos grandilocuentes, Promised Sky se presenta como una película serena y honesta. Su fuerza radica en la escucha atenta, en el respeto hacia las historias que retrata, en el modo en que permite que la cámara respire junto a sus protagonistas. Es un cine de la observación y del cuidado, que confía en el poder de lo mínimo para construir una ética del presente.

Titulo: Promised Sky

Año: 2025

País: Suiza

Director: Erige Sehiri