“La trampa de la inteligencia artificial”
Por Laura Santos
Alexander Kluge ha tratado el cine como una excavación arqueológica, recuperando fragmentos de historia, filosofía y cultura pop para construir algo tanto lúdico como profundo. Sin embargo, Primitive Diversity se siente más como una parodia involuntaria de ese enfoque que como su evolución natural. En su intento por explorar las posibilidades de la inteligencia artificial en la creación cinematográfica, Kluge se enreda en una maraña de imágenes generadas por IA que, lejos de cuestionar el estatus del cine en la era digital, evidencian sus limitaciones cuando se confía en la tecnología sin un concepto claro detrás.
El filme parece obsesionado con la idea de que la inteligencia artificial pueda replicar la ‘diversidad primitiva’ de los orígenes del cine. Sin embargo, lo que obtenemos es un collage de imágenes sin cohesión, un desfile de artificios donde lo digital no alcanza a construir un imaginario propio ni a dialogar con la historia del cine de manera significativa. Kluge juega con la tecnología como un ilusionista veterano que ha perdido la destreza para ejecutar su acto. En lugar de deslumbrar con nuevas posibilidades narrativas, lo que nos entrega es una sucesión de estampas formulistas que apenas superan el nivel de un experimento visual rudimentario.
Primitive Diversity pretende ser una reflexión sobre la evolución del lenguaje cinematográfico en la era de la IA, pero en lugar de ofrecer una mirada incisiva sobre el futuro del cine, se enreda en un ensayo visual desordenado que no logra articular una postura clara. Si bien la película recupera algunos de los elementos que han definido la obra de Kluge—como la intertextualidad, el uso de material de archivo y el humor irónico—su integración con la estética generada por IA se siente torpe y poco inspirada. En vez de potenciar la exploración de nuevas formas narrativas, la inteligencia artificial parece funcionar aquí como una herramienta para llenar huecos más que como un medio expresivo con verdadero peso conceptual.
Es inevitable recordar el cine tardío de Godard, donde las imágenes se pliegan sobre sí mismas en un diálogo crítico con la historia del cine. O incluso The Afterlight (2021), que resucitaba los fantasmas del pasado fílmico para construir algo nuevo y evocador. Primitive Diversity, en cambio, carece de esa profundidad. La tecnología parece haber tomado el control de la película, relegando la mirada autoral de Kluge a un papel secundario. El resultado es una obra que se percibe más como un experimento sin dirección que como una exploración genuina de las nuevas posibilidades del cine digital. Lejos de ser una reflexión provocadora sobre el futuro del cine, Primitive Diversity termina reforzando la idea de que la IA, en su estado actual, aún está lejos de capturar la esencia del cine como forma de arte. Kluge, en su búsqueda por redefinir su propio lenguaje cinematográfico, ha caído en la trampa de la sobredependencia tecnológica, entregándonos una obra que, más que desafiar el medio, evidencia sus propias limitaciones.

Titulo: Primitive Diversity
Año: 2025
País: Alemania
Director: Alexander Kluge