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CALIGARI

Pornomelancolía (2022), de Manuel Abramovich

“Un ensayo sobre la fragilidad”

Por Sebastián Francisco Maydana

En El hombre de la cámara (1929), Dziga Vertov desarrolla algunos de los planos y puestas de cámara más ingeniosas de la historia del cine documental. Monta un trípode, por ejemplo, en un automóvil, y desde allí filma a un caballo que se desplaza en paralelo. En cierto momento, la imagen del caballo se congela, y aparece en el cuadro la montajista (a la sazón esposa de Vertov) cortando ese preciso fotograma en la mesa de edición. Ese es el momento en que el espectador advierte que lo que está viendo no es la realidad, sino un recorte de la misma, empalmado con otros recortes decididos arbitrariamente por el director y la montajista. Casi un siglo después, Manuel Abramovich toma este recurso y lo aggiorna, haciéndolo propio de una manera tan simple como ingeniosa. En Pornomelancolía (2022) vemos a Lalo sacándose selfies desnudo, y esa imagen corta a lo que sucede en su celular, donde toma esa fotografía y la recorta, prueba un par de filtros, le sobreimprime un epígrafe y la cuelga en las redes sociales para que sus 133.000 seguidores puedan verlo. De la pantallita pasamos a ver de nuevo a Lalo con el celular en la mano, reaccionando a los comentarios y propuestas. 

Lalo es un sex-influencer, un hombre que se exhibe en internet a través de fotos y videos porno de sí mismo. Y tiene bastante éxito. Es deseado por miles, lo contratan para tener sexo y para filmarse y fotografiarse desnudo. En este documental también lo sigue otra cámara, menos sórdida pero más inquisitiva. Es la de Abramovich, sin duda el documentalista más libre que hay en Argentina. Esta libertad viene de haber logrado un manejo del lenguaje cinematográfico tan acabado que todo lo que logra parece natural y sin esfuerzo, cuando en realidad es fruto de una serie larguísima de decisiones directoriales acertadas (ya lo hizo, por ejemplo, en su corto de 2019 Blue Boy). Hace documentales con la misma soltura con que Lalo sube las fotos más obscenas que pudo sacarse.

Para ilustrar esto último, un ejemplo de otro de los grandes documentalistas de la historia: Werner Herzog. En Into the Abyss (2011) entrevista al sacerdote que acompaña a los condenados a muerte de una prisión estadounidense en sus últimas horas. El sacerdote ofrece un discurso armado acerca del diseño divino y la belleza del mundo, pero Herzog lo lleva a través de un par de preguntas bien formuladas al punto en que se quiebra y se pone a llorar. Abramovich logra esto sin siquiera entrevistar a Lalo, sin decir una palabra. Apenas a través de la mirada atenta y la tremenda intuición que le dice dónde poner la cámara (su estilo es utilizar casi exclusivamente planos fijos) y cuándo grabar. Asi, observando nomás (y ese nomás implica, insisto, una enorme preparación previa), Abramovich logra capturar la extraordinaria complejidad de ese personaje que está paradójicamente exponiendo su imagen todo el tiempo. Aparece así su lado melancólico, un deseo de algo más, cierta añoranza de otro tipo de contacto y algunas preocupaciones existenciales.

Pornomelancolía es el retrato  de un trabajador sexual, es la exposición de todos los aspectos ocultos de alguien que lo que más hace es mostrarse, es una exploración de la humanidad de Lalo y de un profundo deseo que probablemente él mismo ignora. Pero también es una clase magistral sobre las posibilidades del cine documental, una reflexión sobre los límites del lenguaje, en una palabra un ensayo sobre la fragilidad.

Titulo: Pornomelancolía

Año: 2022

País: Argentina

Director: Manuel Abramovich