Podul de Piatrâ (2021), de A. Pol Camprubí
“Retrato de una jornalera”
Por Francisco Caparros.
Cae la noche oscura en el campo. El silencio es profundo y el tiempo parece transcurrir lento. Solo algún ruido lejano de animales interrumpe esa honda calma. En ese escenario tan simple habita Angélica una temporera rumana que llega a trabajar en la cosecha de la fruta. Esa noche presencia un parto de un potro y la figura de esa pequeña criatura luchando y dando sus primeros pasos la hipnotiza. Angélica contempla absorta esa escena y el nacimiento de esa nueva vida le cambia la existencia por completo. En ese origen tan tortuoso, en esa lucha por abrirse paso la vida de Angélica empieza a cambiar.
El director relata que el origen de este trabajo surge cuando se encontró a ella y a su marido mientras eran jornaleros en un pueblo de la región comprendida entre Cataluña y Aragón. Una zona que es parte de lo que se conoce como la “España Vacía”, campos secos y difíciles de trabajar alejados de la modernidad de las grandes ciudades. Lugares donde los jóvenes escapan por falta de oportunidades y que comienzan a agonizar lentamente. Allí estos inmigrantes aparecen para trabajar y darle vida a regiones duras que luchan por vivir en un clima difícil.
El director comenzó a construir esa historia de una mujer y su mundo en base a pequeños encuentros que iba realizando. Así vemos a la protagonista en pequeños momentos de su vida diaria como comprando el pan, charlando con compañeros de trabajo o trabajando en el campo. Son con esos pequeños instantes que empezamos a pensar: ¿Quién es Angélica? ¿Qué la hace especial? ¿Por qué tomarse el tiempo para explorar su mundo? Son las preguntas que se realiza el director y son el punto de inicio de esta aventura que surge para unir las piezas del rompecabezas de este misterio.
En una entrevista realizada tras su estreno el director, Artur-Pol Camprubí explicaba que la razón por la que hace cine no era solo hacer un espectáculo, sino que debía haber algo más. Una expresión política que permite pintar un mundo completo del que no tenemos conocimiento. Como exploradores entonces vamos descubriendo en pequeños detalles la vida de esa mujer en apariencia simple pero que en el fondo entraña sentimientos profundos. Hacer cine en definitiva es poder convertirnos en “intrusos” y poder espiar realidades que nos son desconocidas.
Con muy pocos planos y una iluminación simple y natural el director apuesta porque nos concentremos en la historia y las sensaciones más que en los aspectos técnicos de la película. El montaje es muy austero con planos largos que permiten sumergirnos por completos en esos escenarios. Para Camprubí el cine es más que un simple show de imágenes y sonidos. Lo importante es lo que se intenta decir en la elección pensada de esas imágenes.
Puente de piedra o “Poder di pirata” es una canción típica rumana que en una escena Angélica y su marido ven en una conexión de mala calidad. La imagen se cae y comienza a pixelarse sin poder solucionarse. Ambos esperan pacientemente que la imagen vuelva ya que les recuerdan la patria que siguen extrañando. Ella y su marido siguen viviendo entre la España que se convirtió en su hogar y esa Rumania que han dejado atrás, pero de la que no pueden separarse. Sin ser de aquí ni ser de allá, en el medio de ese puente de piedra que titula la película. Porque al igual que ese Potro que pelea desde su nacimiento en las primeras escenas por separarse de la placenta la vida de Angélica también ha sido una constante lucha por sobrevivir.
Titulo: Podul de Piatrâ
Año: 2021
País: España
Director: A. Pol Camprubí
Foco: Punto De Vista. Festival Internacional de Cine Documental de Navarra. Del 14 al 19 de marzo