Orenda  (2025) de Pirjo Honkasalo

“Voces del silencio”

Por Valentina Soto

Pirjo Honkasalo regresa al cine de ficción con Orenda, una obra que, tras más de una década de ausencia desde Concrete Night (2013), se inscribe en la tradición del cine de arte nórdico con una sensibilidad espiritual y un acercamiento visual meticuloso. Seleccionada para la Big Screen Competition en el Festival Internacional de Cine de Róterdam, la película marca un nuevo capítulo en la filmografía de la directora finlandesa, quien trasciende el drama urbano para sumergirse en un paisaje de aislamiento y confrontación emocional.

Desde sus primeras imágenes, Orenda delimita su propio territorio: un espacio natural imponente, las costas rocosas del archipiélago báltico, donde la ópera y el silencio se cruzan en una sinfonía de duelo y revelación. Nora (Alma Pöysti), una cantante de ópera en crisis, llega a la isla en un intento por honrar la última voluntad de su esposo. Allí se encuentra con Natalia (Pirkko Saisio), una sacerdotisa solitaria y mordaz que arrastra su propio desencanto espiritual. Lo que comienza como un encuentro tenso y distante se transforma en una exploración de las heridas compartidas, los vínculos soterrados y la posibilidad de redención.

Honkasalo, con la colaboración del director de fotografía Max Smeds, convierte el entorno en un tercer personaje, una presencia que condiciona y amplifica el conflicto interior de sus protagonistas. La luz fría, la aspereza del mar y la composición pausada de los encuadres evocan tanto la majestuosidad como la amenaza latente del paisaje, en un ejercicio que resuena con el trabajo de Terrence Malick, aunque sin la abstracción excesiva que a veces caracteriza al cineasta estadounidense.

Pöysti, cuya presencia en la pantalla se ha consolidado tras su papel en Fallen Leaves de Aki Kaurismäki, construye una Nora frágil y firme a la vez, oscilando entre la contención y el desgarro emocional. Saisio, en su primer papel protagónico en el cine, ofrece una interpretación magnética, contenida en la superficie pero llena de fisuras emocionales que van emergiendo con el paso de la película. Su Natalia es un personaje raro en la cinematografía contemporánea: una mujer sacerdotisa cuyo conflicto no gira en torno a su condición de género, sino a la erosión de su fe y su lugar en el mundo. En una de las escenas más memorables, su sermón se convierte en un momento de catarsis que resuena con ecos del cine de Bergman y Dreyer.

Pero Orenda no solo se sostiene en sus actuaciones. Su dimensión filosófica la aleja del mero drama intimista y la adentra en cuestiones más amplias sobre la fe, la identidad y la memoria. El título mismo, tomado del concepto iroqués de una fuerza espiritual inmanente, sugiere una exploración de la trascendencia que, aunque nunca explicita su origen cultural, enriquece la lectura de la película. Sin embargo, esta apropiación de referencias externas podría ser vista como una tendencia en el cine báltico y nórdico a recurrir a tradiciones ajenas para articular su propia mitología, un juego entre inspiración y exotización que queda abierto a la interpretación del espectador.

A pesar de su solidez estética y temática, Orenda tropieza ocasionalmente con su propia ambición. La composición visual, aunque por momentos sublime, cae en ciertas decisiones formales que restan impacto a la grandiosidad del relato, particularmente en su dependencia de primeros planos que, en algunos momentos, reducen la inmersión en el entorno. No obstante, estos deslices no opacan la fuerza del conjunto: Honkasalo entrega una obra contemplativa, cargada de silencios y emociones latentes, que encuentra su mayor virtud en la manera en que deja espacio para la introspección. 

Titulo: Orenda

Año: 2024

País: Finlandia

Director: Pirjo Honkasalo