Nos devoraba el fuego (2019), de Lucía Granda

“En busca del tiempo destruido”

Por Lucía Roitbarg.

El cortometraje de Lucía Granda está inmerso en el recuerdo, específicamente en su  parte más misteriosa: a lo poco que podemos acceder de él cada uno de nosotros. Los subtítulos que aparecen emulando una voz en off apoyan por momentos lo que vemos: fotografías antiguas principalmente de niños que se ven felices. Estas se entrecruzan con las imágenes de una casa siendo demolida. Esa representación de cómo el tiempo desaparece es muy fuerte. Aunque no nos cuente ninguna historia, de alguna manera este corto cuenta la historia universal de los seres humanos: el tiempo que todo se lleva y todo lo va destruyendo, incluso el recuerdo que acaba por perderse y mezclarse con los sueños sin permitirnos acceder a lo real. Una idea así también aparecía en Irreversible de Gaspar Noé, donde el recurso de narrar la historia comenzando por el final hace aún más pesada esa idea del tiempo que ya hizo lo suyo y de ningún modo nos permite el regreso.

Quizás la no existencia de la voz en off produce esa apertura a lo universal alejando al corto de lo intimista, o al menos de la voz de la directora. Esta elección permite que el espectador escuche otros sonidos: voces que nos transportan al pasado tal vez con fragmentos de canciones infantiles, y el sonido estridente de las paredes que se destruyen.  Es mínimo el planteo que hace, demasiado familiar (las fotografías familiares inciden en esta visión del paso del tiempo) y a su vez demasiado existencial. Pero también hay algo relacionado a lo generacional, pues ese sentimiento del paso del tiempo como destructivo es más factible que suceda ya pasados algunos años, cuando  se empieza a percibir lo que ya no está: personas, lugares e incluso la memoria.

La posibilidad de concretar una idea en imágenes poderosas como lo es la representación del tiempo no es fácil de lograr, Granda logra eso con mínimos elementos pero de gran potencia visual⚫