En el corazón montañoso de Tepoztlán, un pueblo mexicano atravesado por energías míticas y contradicciones sociales, crece Karla, una adolescente trans cuya historia encuentra en Niñxs —dirigida por Kani Lapuerta— un espacio de afecto, resistencia y revelación. Presentada en estreno mundial en la competencia internacional de largometrajes de Visions du Réel, la película no solo documenta una transición de género, sino también una transición vital, íntima y política, que redefine lo que significa crecer en un entorno profundamente normativo.
Durante ocho años, Lapuerta acompaña a Karla en un viaje que va más allá de lo corporal: es una travesía de autoafirmación en un mundo que insiste en no verla. Pero el film no se instala en el dolor ni en la marginalidad como única narrativa posible. En cambio, abraza la ternura, el humor, la complicidad entre realizadora y protagonista. Juntxs construyen un diario visual, donde cada gesto, cada palabra, cada silencio, se vuelve acto de enunciación. Karla se presenta tal como es: irreverente, lúcida, poderosa. Ni víctima ni heroína, sino simplemente una joven que habita su identidad con orgullo.
La cámara de Lapuerta, sensible y cercana, no observa desde afuera. Participa, se implica, se conmueve. Filmar, aquí, es acompañar, escuchar, sostener. Y también jugar. Porque Niñxs se permite el juego: con los códigos del cine, con los géneros (cinematográficos y de género), con las formas de narrar una vida en transformación. En una escena inolvidable, Karla y su madre se balancean en columpios mientras conversan sobre qué significa ser mujer. Es un momento de belleza serena, donde el diálogo rompe con toda mirada esencialista y afirma la diversidad como valor.
Lejos del estereotipo de la adolescencia trans marcada únicamente por la violencia, el film muestra redes de apoyo, vínculos afectivos y una comunidad LGBTIQ+ que abraza y acompaña. Karla no está sola: se rodea de otras identidades disidentes que, como ella, desafían las normas con lentejuelas, ironía y deseo de cambio.
Niñxs es, en el fondo, una película sobre crecer. Sobre hacerlo en un mundo hostil, pero también lleno de posibilidades cuando una se permite imaginar otras formas de existir. Karla lo hace con una mezcla de furia, ternura y lucidez. Y Kani Lapuerta, con respeto y complicidad, le ofrece el espacio cinematográfico para que su voz resuene. Juntxs proponen un cine que no sólo observa, sino que transforma.
