“Susurros sobre el Rio Negro”
Por Belén Paladino.
Un barco detiene su marcha en medio de una tormenta, la oscuridad es impenetrable, pero se oye el murmullo de la selva… José Barahona junto a su equipo de filmación seguirán el recorrido del Rio Negro para adentrarse en la Amazonia, en busca de los hablantes de una lengua que corre el peligro de desaparecer, el Nheengatu.
Dialogando con los antiguos diarios y bitácoras de sus antepasados portugueses que registraron sus viajes en los que colonizaron a los pueblos de América del Sur, Barahona lleva adelante su propio registro de sus días y recorridos por la selva, a través de un registro audiovisual. El lápiz y papel ahora se ha vuelto cámara/ dispositivo tecnológico. Y si bien, el objetivo de esta expedición de cineastas que recorren la Amazonia es completamente distinta a la de sus antepasados ¿no encierra- involuntariamente- un resabio del gesto colonizador? La curiosidad pronto puede volverse intromisión, las preguntas pueden volverse interrogatorio, los motivos de la visita puede generar una natural desconfianza (miembros de algunas de las comunidades visitadas se dicen entre ellos “hombre blanco no respeta nada” “quieren ganar plata a nuestras expensas”). Se hace necesario repensar cómo vincularse y registrar a los pueblos originarios, establecer cuales son los límites entre lo que es filmable y lo que la comunidad desea que permanezca en secreto para el hombre blanco. El mismo Barahona parece hacerse estás preguntas, y procura no irrumpir en los espacios que le son vedados, pero no puede reprimir un gesto paternalista, un gesto que sin dudas es inconsciente pero que evidencia la permanencia y naturalización de un resabio de la colonización que aún no ha sido desterrado.
El vínculo entre Barahona y las comunidades se vuelve más interesante cuando entrega un celular a algunos jóvenes para que registren sus aldeas, sus costumbres, lo que ellos consideran valioso e importante. En una de las ultimas aldeas visitadas un adolescente cuenta que su deseo es hacer cine, un cine de los pueblos originarios, que revindique luchas y tradiciones. En un tácito reclamo por la autonomía de los pueblos para pensarse y autorepresentarse, la posibilidad de hablar en primera persona. Cuando hablamos de la democratización de los medios de representación, ¿podemos hacerlo de forma rotunda cuando sabemos que aún hoy a estos medios solo pueden acceder un porcentaje muy reducido de la población? ¿No omitimos que las minorías no tienen acceso a ellos para quedarnos con la conciencia algo más tranquila?
La estructura del diario de Barahona es un entramado de distintos formatos y materialidades, allí hay espacio para imágenes de principio de siglo XX de misioneros portugueses junto a los pobladores nativos; imágenes tomadas por miembros de la comunidad; entrevistas y escenas habladas en Nheenagatu y el registro paralelo que realiza el director con su propio celular- acentuando la distancia con el entrevistado y dificultando una escucha más profunda-. Por momentos el diario se vuelve algo disperso. El relato adquiere mayor interés cuando la presencia europea se desdibuja, cuando se oye la lengua Nheengatu susurrar sobre el Rio Negro, distintas voces que habitan en la vegetación y que finalmente consiguen el protagonismo que merecen.
Nheengatu, penetra en lo profundo de la Amazonia para registrar las amenazas que enfrentan diariamente las comunidades originarias, que son los mismos peligros y desafíos que en el momento de la colonización europea. Aún hoy siguen siendo violentadas, perseguidas y menospreciadas por el hombre blanco. La cultura, la tradición y su legado se vuelve fortaleza, la memoria de pueblos que nunca dejaron de resistir.
Titulo: Nheengatu – A Língua da Amazônia
Año: 2020
País: Brasil
Director: José Barahona