Narciso (2021), de Julio Fermepin
“Naturaleza, contemplación y abstracción”
Por Paulo Pécora.
A Narciso le gustaría ser tan duro y sólido como aquella piedra solitaria con la que jugaba, cuando era un niño, como un automóvil con el que podía recorrer el mundo junto a sus hermanos. Narciso parece ser suave y fresco como una brisa otoñal, o como la canción que silba con parsimonia, mientras trabaja controlando el curso de agua que riega las huertas de su vecindad.
A veces parece distante, serio y ensimismado, semejante a los cactus que se erigen como obeliscos en los valles o en la ladera de los cerros que rodean a la comunidad aborigen de Hornaditas, en Jujuy. Otras se muestra cálido y colorido, como las flores entre los arbustos o cómo esos cielos majestuosos que celebran los últimos instantes del día antes de que se esconda el sol. Como la geografía que lo rodea, Narciso puede ser bello y áspero, amable y misterioso, atractivo y lejano, silencioso y locuaz. Todo eso a la vez.
El retrato audiovisual que Julio Fermepin le dedica –un mediometraje filmado en 16 milímetros, que tuvo su premier en el 22do. Bafici- no busca delinear a Narciso a través de su presencia física, sus rasgos superficiales o sus opiniones. Fermepin elige la observación minuciosa de su entorno. Contempla detenidamente los espacios inmensos, las piedras, los destellos del sol en el agua, la vegetación espinosa, las flores, el cielo, los insectos, las viejas ruinas aborígenes… Esa geografía fascinante que lo rodea desde niño y que, tal como el film lo demuestra, configura aún hoy su personalidad.
Podría pensarse este retrato documental siguiendo la línea trazada por Jorge Prelorán, referente directo del cine etnográfico, pero Fermepin diluye lo narrativo a su mínima expresión y se vuelca con persistencia a la contemplación, a la exploración sensorial y a la activación de ciertos niveles perceptivos, generando momentos de abstracción visual en los cuales el registro realista se mezcla con lo poético, lo pictórico y lo experimental.
En 2008, en el mismo pueblo de la puna jujeña, Fermepin había filmado en Super 8 el cortometraje Hornaditas, un documental sobre la geografía, las personas y las festividades propias del lugar donde conoció a Narciso. En la primera parte de aquel film, el cineasta llevó la experimentación formal a un extremo, usando las propiedades mecánicas del dispositivo cinematográfico –la posibilidad de activar la cámara cuadro a cuadro, por ejemplo- para descomponer la imagen de cerros, cactus, ruinas y una pequeña iglesia en una sucesión incesante de fotogramas discontinuos que, sin embargo, generan la sensación de un viaje veloz y permanente.
En Narciso, en cambio, el desplazamiento es interno. La experimentación ya no está en la manipulación de los mecanismos de la cámara 16 milímetros, sino en la contemplación aguda, en la forma particular con la que aborda y registra la realidad circundante y, quizás más que nada, en el tiempo prolongado que dedica a su observación.
La abstracción surge por la concentración profunda que esa mirada provoca. Y si bien Fermepin apela a veces al fuera de foco para acentuarla, la fascinación se produce indudablemente por la belleza de sus imágenes –su impecable fotografía, su refinada composición pictórica y la marcada tendencia al verde y ocre de su paleta- y por la insistencia con la que busca despertar y estimular las capacidades perceptivas de sus espectadores.
Titulo: Narciso
Año: 2021
País: Argentina
Director: Julio Fermepin
Foco: Punto De Vista. Festival Internacional de Cine Documental de Navarra. Del 14 al 19 de marzo