“La gran ilusión”
Por Ian Quintana.
El cine es una gran ilusión. Todo el dispositivo se sostiene en base a eso: ilusión de movimiento, de profundidad, de tiempo y espacio, de realidad. Es una ilusión construida deliberadamente con el fin de alcanzar algo mayor, una verdad última, oculta tras la mentira. En ese aspecto, la frase escrita por el autor indio Paravadin Kanvar Kharjappali, con la que comienza My Mexican Bretzel (2019), nos advierte sobre este hecho: La mentira es otra forma de contar la verdad. Es ahí cuando comienza la sospecha sobre las imágenes que vamos a ver a continuación.
My Mexican Bretzel es una original propuesta que se adentra en la poderosa facultad ilusoria del arte cinematográfico. La ópera prima de Nuria Giménez explora los límites del montaje y del dispositivo cinematográfico al inventar un juego de espejos en donde el espectador, la autora y hasta los propios personajes, ficticios o reales, están implicados. La realidad y su representación se falsean gracias a la poderosa capacidad del cine. Como resultado se obtiene una experiencia única perpetuada a través de un impecable uso de las herramientas audiovisuales. ¿Pero qué nos cuenta Nuria Giménez?
Nos cuenta la historia de León y de Vivian Barrett un matrimonio europeo de los años 60. A través de las filmaciones caseras realizadas por León veremos cómo se formó la pareja y su relación, los viajes por negocios y el crecimiento empresarial al crear un producto revolucionario llamado Lovedyl. A través de los diarios íntimos de Vivian conoceremos sus sentimientos y reflexiones, la imposibilidad de concebir hijos y los deseos de infidelidad, así como también la llegada de un cáncer que finalizará con su vida. Acompañamos así a Vivian en el trayecto mediante el cual deja de creer en el mundo que observa. Las imágenes y su propia vida se vuelven una ilusión. Advierte que en la realidad también hay algo de representación, que el mundo también es un lugar falso. Los hechos pasados y presentes que componen su vida le han hecho dar cuenta de la mentira y el cine es un modo más de potenciarla. Tal como se pregunta en sus diarios, al hablar de las filmaciones que realiza su marido: “No sé si filmamos lo que hacemos o hacemos lo que hacemos porque lo filmamos”.
Mediante el material fílmico de León y los diarios de Vivian, la directora Nuria Giménez construye una película que se convierte en una experiencia sensorial. La nula utilización de diálogos y el uso minimalista de sonidos ambientes o ruidos potencia la imagen que es de una belleza y un tratamiento de color impecables. Imágenes filmadas en 16mm y súper 8, tomadas por los mismos protagonistas construyen el relato que bien podría tratarse de una historia universal, sobre las sensaciones y vivencias de las mujeres en décadas atrás, cuyos deseos y actividades siempre estuvieron bajo la sombra de un hombre poderoso. La historia de Vivian se generaliza en las interesantes reflexiones que propone sobre el mundo y en la expresión de sus sentimientos que aparecen a lo largo del film como textos en pantalla.
Pero hacia el desenlace de la película la mentira se vuelve real. Esa historia y esas imágenes a las que el público ha accedido no son lo que parecen. Todo se vuelve ilusión, una vez más. El mundo de la película, los sentimientos que hemos atravesado con León y Vivian, las reflexiones e ideas que han generado su historia, el autor indio, el Lovedyl, todo, no es más que ficción. Creo que filmar es una de las mejores formas de autoengañarse, escribe Vivian en sus diarios íntimos, pero cuando sabemos que sus diarios no existieron, y ni siquiera ella es la mujer que está en pantalla, confirmamos que no sólo al filmar hay engaño, sino también al mirar.
El metraje del film se compone en realidad de cintas caseras filmadas por Ilse G. Ringier y Frank A. Lorang, los tíos de Nuria Giménez, durante sus viajes de vacaciones; cintas que ella encontró cuando fallecieron. Con este material de archivo, de found-footage, la directora ha creado una historia de ficción, inventando personajes, sentimientos y situaciones. Haciendo de sus tíos actores, crea una historia a partir de momentos reales, para hablar de la mentira en la vida y en el cine. La película se trasforma en un canto al potencial cinematográfico así como una crítica a la representación del mundo.
En esta época de pura imagen, de constante construcción de la realidad mediante el dispositivo audiovisual, en la era de las fake-news y la posverdad, cabe preguntarse cuánto de lo que observamos y filmamos es real. Al igual que hizo Nuria Giménez podemos construir una vida sustentada en la propia imagen. Ya no seremos cuerpos físicos, sino datos sobre la pantalla, tal como le sucedió a Vivian y a León o a los tíos de Nuria… cómo saber ya quién es quién.
¿Sucederá en algún futuro que los tíos de Nuria ya no sean aquellos excéntricos viajeros adinerados, que filmaban cada momento de sus placenteras vidas y se conviertan en verdad en León y Vivian Barrett? ¿La mentira de Nuria se habrá convertido en ese momento en verdad? ¿O la verdad no existirá ya y necesitaremos expresar sólo mentiras para alcanzarla?

Titulo: My Mexican Bretzel
Año: 2019
País: España
Director: Nuria Giménez Lorang
