Moon (2024) de Kurdwin Ayub

“Sombras en la jaula”

Por Fernando Bertucci

La libertad no siempre llega con la simple apertura de una puerta. La frase de Ayaan Hirsi Ali, “A un pájaro le lleva tiempo escapar, incluso cuando alguien ha abierto las puertas de su jaula”, encapsula con precisión el dilema que atraviesan las protagonistas de Moon, la nueva película de Kurdwin Ayub. Con un enfoque más sombrío que en su anterior Sonne (2022), Ayub construye un drama inquietante donde la ilusión de elección se enfrenta a estructuras de control profundamente arraigadas.

La historia sigue a Sarah, una luchadora de artes marciales forzada a retirarse tras dos décadas en el ring. Sin muchas opciones de futuro, acepta una oferta para viajar a Jordania y entrenar a tres hermanas en un entorno que, aunque aparentemente privilegiado, pronto revela signos de opresión. Contratada sin demasiadas preguntas por el hermano mayor de las jóvenes, se encuentra atrapada en un microcosmos donde la vigilancia y el silencio se imponen como norma. Lo que comienza como una oferta tentadora se convierte en una pesadilla de restricciones, no solo para ella, sino para las mujeres con las que convive. La realidad de su situación se agudiza cuando Nour, una de las hermanas, le confía un mensaje que pone en jaque su sentido de la responsabilidad. Ayub aborda aquí el tema del confinamiento femenino desde una perspectiva matizada. No es solo un encierro físico, sino también mental y social, un mecanismo que impide a estas mujeres concebir un futuro fuera del control que las rodea. La película bebe de un imaginario que remite a obras como Mustang (2015) de Deniz Gamze Ergüven o The Hill Where Lionesses Roar (2021) de Luana Bajrami, donde la vigilancia sobre los cuerpos y deseos femeninos se erige en el eje de la narrativa. Sin embargo, Moon opta por un tono más áspero, menos sentimental, reforzando la sensación de encierro con una puesta en escena rigurosa y un uso meticuloso del espacio.

La relación de Sarah con las jóvenes transcurre en un vaivén de aceptación y extrañeza. La protagonista, más habituada a comunicarse con su cuerpo que con palabras, tarda en comprender el alcance de lo que sucede. Su pasividad inicial no es simple desinterés, sino una forma de lidiar con la incomodidad de estar en un entorno donde las reglas son distintas, pero las dinámicas de poder no le son ajenas. En este sentido, Moon no se contenta con hacer un simple contraste entre Oriente y Occidente; en su lugar, teje una reflexión más compleja sobre los múltiples modos en que la coerción se ejerce sobre las mujeres en distintos contextos.

El clímax de la película es un punto de inflexión que evita los finales catárticos y predecibles. La directora, fiel a su visión, ofrece un desenlace donde la posibilidad de escape no es necesariamente sinónimo de liberación. La escena en la que suena S&M de Rihanna, resignificando la idea del placer en la opresión, resume con precisión el espíritu de Moon: una película que desmantela expectativas y deja al espectador en un estado de inquietud prolongada. Ayub ha construido un relato que se aleja del efectismo para apostar por la incomodidad como motor de su discurso. 

Titulo: Moon

Año: 2024

País: Austria

Director: Kurdwin Ayub