“¿Qué intereses hacen que el Estado reconozca o persiga alguna obra o artista?”
Por Nathália Oliveira
En una primera escena hipnotizante, vemos al artista desplazarse, sin apuro, pero firme, de la platea hacia el escenario. Baja por las escaleras y de pronto somos interpelados por una percusión y vibraciones de una música clásica que remite a historias épicas, grandiosas, inescapables. De la misma forma abrupta con la que entra, la música sale de escena sin que dejemos de acompañar el cuerpo de 86 años del artista bajar por las escaleras. Llegando al centro del anfiteatro, una luz fría nos permite confirmar: tal cual el teatro a su alrededor, que se ve sin decoraciones o luces especiales, el artista está desnudo.
El Théâtre des Bouffes du Nord, construido en 1876 está en París y fue considerado un monumento histórico en 1993 por el Ministerio de Cultura francés. La elección de ese espacio para filmar integralmente a Man in Black no se relaciona directamente con ese reconocimiento. Según el director Wang Bing, el teatro parisino fue elegido “porque su estructura es muy bonita. Y también porque visto desde arriba, parece el túmulo de un emperador chino.” Aún así, me parece interesante observar que son dos los protagonistas de esa película: una obra arquitectónica reconocida por el estado, y un compositor, Wang Xilin, perseguido por el Estado de la Revolución Cultural china entre 1960 y 1970. Me pregunto: ¿Qué intereses hacen que el Estado reconozca o persiga alguna obra o artista? Y ¿Qué marcas deja este reconocimiento o persecución para la Historia?
La historia de Wang Xilin es contada en primera persona. En un momento de entrevista más “tradicional”, Xilin está sentado en la platea y relata sus memorias empezando por dónde nació, como la música entró en su vida y cómo se involucró con el inicio de la revolución comunista china. También rememora el momento en que hubo un cambio, cuando empieza a cuestionar el régimen y a ser perseguido. Xilin relata como se dio su prisión y los momentos más oscuros de tortura. En este punto de la película, mi memoria latinoamericana me lleva a otro músico, pero de este lado del planeta, que también pasó por la experiencia de ser perseguido y encarcelado por el régimen estatal y relató sus recuerdos a dos cineastas. En Narciso em Férias (2020), de Renato Terra y Ricardo Calil, Caetano Veloso está sentado delante de la cámara sacando de la memoria los 54 días en que estuvo preso por el Régimen Militar brasileño, en 1968.
Xilin relata sus experiencias y nos detalla cómo cada una ha influenciado a su obra y cómo aún las cosas más terribles se transformaron en un motor para su creación y expresión musical. Fragmentos imponentes de estas obras interpelan su relato y su voz. En muchos momentos solo estamos con el sonido musical y los movimientos de este hombre de 86 años que, más que contar, parece bailar delante de nuestros ojos, como en un ritual de expurgo del horror y la profunda decepción que vivió en su tierra natal.
Compatriota y amigo de Xilin, el cineasta Wang Bing presenta en Man in Black un film bello y coherente con su trayectoria hasta acá. Es un retrato complejo y sobrio sobre China – que muchos de nosotros, occidentales, apenas pensamos conocer. Una China más allá de los números de crecimiento económico y de exportación de productos baratos. Una China más allá de ser el origen de tantas familias que habitan los barrios de Buenos Aires, sin nunca verdaderamente ser considerados “vecinos”. Son los “chinos”, personas que sabemos de dónde son, pero desconocemos dónde fincan sus raíces. Una China de carne, hueso, piel, pelos, lágrimas, arrugas y marcas, tal cual el cuerpo de Xilin, al que vemos durante 60 minutos desplazándose por un teatro histórico de París.
Titulo: Man in black
Año: 2023
País: China
Director: Wang Bing