Maat means land (2021), de Fox Maxy

“Non sequitur”

Por Sebastián Francisco Maydana.

Un varón blanco dijo en el siglo XVIII que quien inventó la propiedad privada (probablemente otro varón blanco) fue responsable de la mayoría de los males sociales posteriores. Más allá de si esto es verdad o no, la cuestión importante es reconocer que la propiedad tiene un origen histórico y por lo tanto un fin histórico. Una mujer indígena comenta en el siglo XXI que los edificios y las ciudades que hoy creemos eternos algún día desaparecerán, mientras que la tierra siempre va a estar donde tiene que estar.

Maat means land interviene con una creatividad asombrosa en la grieta de nuestro tiempo: la propiedad como obsesión del colonialismo por un lado y los reclamos de los pueblos originarios, que hace rato dejaron de ser por restitución de tierras para convertirse en una súplica para detener la destrucción del mundo en que vivimos. Para ello toma todas las herramientas que tiene a mano, la edición de sonido, un montaje novedoso y experimental, y una serie de influencias tan heterogéneas como relevantes.

Lo que salta a la vista en este corto anárquico es una búsqueda de libertad, empezando por independizarse de la necesidad de encadenar (inmovilizar) un plano al siguiente y la imagen al sonido. El resultado es un non sequitur permanente, un popurrí de imágenes tomadas de una punta a otra de los territorios indígenas que hoy conocemos como Estados Unidos, pero tomadas de los márgenes: un pedazo de tierra aun forestada en medio de Los Angeles, la lucha invisibilizada de los bomberos mal pagos, un puma corriendo por las calles de un barrio urbano, una pésima versión de karaoke de Wicked Game, un animal muerto en el costado de la ruta y uno vivo transitando la zona indefinida entre los muros fronterizos que separan a México de Estados Unidos.

Fox Maxy hace de cada corto un manifiesto, demostrando en última instancia que la creatividad puede ser un arma y la expresión audiovisual un campo de batalla donde aun es posible ganar.