Los ríos (2024), de Gustavo Fontán

“El tiempo de la narración y la poesía”

Por Sebastián Francisco Maydana

Un gorrión tozudo se golpea una vez tras otra contra el vidrio de una ventana. Todas las veces vuelve a la carga sin perder tiempo ¿Qué podría ser aquello que, invisible, lo mantiene lejos de su destino? ¿o será que está intentando atacar su propio reflejo? Con la misma impasible recurrencia un isleño narra experiencias de muerte de un tiempo indefinido. Algunas lo tienen como protagonista. Se llama Godoy, pero bien podría tratarse del Boga, el personaje de Haroldo Conti, más que un habitante un sobreviviente del Delta.

Para el que vivió o sobrevivió el Delta, el desenlace de aquellos improbables mundos que son el Uruguay y el Paraná, no hace falta ver Los ríos. Alcanza apenas con escucharla. Gustavo Fontán es un oyente de los ríos desde hace mucho tiempo, y esto se expresa en el hermoso, agudo, obsesivo diseño sonoro que tiene Los ríos. Lo lindo del sonido (ese gran pendiente del cine argentino, con su crónica necesidad de recortar de acuerdo al presupuesto) es que permite la economía de recursos: todo lo demás viene solo. Escuchando Los ríos le vienen a uno ciertos y precisos olores, imágenes, colores, la molestia del mosquito a determinada hora y la certeza del agua que sin verla se adivina más allá de un terraplén o debajo de una isla de camalotes. Todo eso está en esta película, y de yapa acompañado por imagen y palabra de curaduría impecable.

Pero acaso el acierto de Los ríos, lo que hace que valga la pena verla (qué pobreza del lenguaje frente a lo inefable del arte cinematográfico), sea la manera en que entiende y transmite la forma curiosa y única en que se desarrolla el tiempo en el Delta del Paraná y el Uruguay. En las islas, habitadas como decía Conti “por el silencio y la soledad y por una tristeza irreparable”, todo el tiempo se achata hasta formar sólo dos momentos, el antes y el ahora. El tiempo del antes es el tiempo de la narración y de la poesía, presentes en la película de principio a fin. El ahora es todo el resto, es la imagen y son los cuerpos. Aun cuando los fragmentos en blanco y negro se intercalan con algunos en 4K y otros de menor resolución, toda la imagen se conjuga en el presente, un presente continuo que marea por su obstinación. Hay algo del orden de lo continuo en el sonido de la película, y hay algo de lo recurrente en lo literario, en el relato de Godoy que a veces se repite. Ese cruce de tiempos y de duraciones es lo que hace que esos retazos de imagen sean contemporáneos y tengan sentido. Y esa relación entre elementos respeta siempre una jerarquía natural que reproduce en la pantalla: todo, todo, desde la vegetación y los animales hasta la civilización y la poesía, nace de los ríos.

Titulo: Los ríos

Año: 2024

País: Argentina

Director: Gustavo Fontán