Urška Djukić debuta en el largometraje con Little Trouble Girls, una exploración matizada del despertar sexual y la lucha interna de una adolescente atrapada entre la modernidad y los valores tradicionales. La cineasta, que ya había demostrado su agudeza en el cortometraje animado Granny’s Sexual Life (2021), traslada su interés por la represión y la sexualidad femenina a una narrativa de ficción que, sin perder delicadeza, no teme adentrarse en las contradicciones del deseo y la culpa.
La historia sigue a Lucija (Jara Sofija Ostan), una joven de 16 años que se une al coro de su iglesia, donde conoce a la carismática y transgresora Ana-Marija (Mina Švajger). Entre ellas surge una conexión que oscila entre la amistad, la fascinación y el deseo, pero que también está marcada por la incertidumbre. Este vínculo se intensifica durante un retiro en un convento, un espacio que se erige como símbolo de la represión y, al mismo tiempo, del descubrimiento.
Djukić maneja con inteligencia la ambigüedad de la protagonista: ¿en qué medida su atracción hacia Ana-Marija es real y cuánto de ella responde a una imitación? ¿Siente verdadero deseo por el atractivo obrero que espía entre los árboles o es solo un reflejo de lo que cree que debería experimentar? Estas preguntas quedan suspendidas en el aire, sin respuestas definitivas, reforzando el tono introspectivo del filme.
Visualmente, la película es notable. El formato 3:2 y la fotografía de Lev Predan Kowarski crean una sensación de encierro e intimidad, reforzada por primeros planos de rostros, manos y gestos que capturan la tensión emocional de las jóvenes. La música juega un papel crucial: mientras Kaj ti je deklica? aparece en un momento de alta tensión, el tema de Sonic Youth que da título a la película suena al final, despojándose de cualquier disfraz performativo. Aunque la trama es sutil y fragmentaria, Little Trouble Girls logra una poderosa resonancia emocional. No se trata de eventos explosivos, sino de las turbulencias internas que definen la adolescencia. Djukić captura ese mundo de contradicciones con una sensibilidad que remite a los primeros trabajos de Céline Sciamma, confirmándola como una voz prometedora en el cine europeo contemporáneo.
