“Ensamblando la historia, pieza por pieza”
Por Joaquín de Loredo
James Benning regresa con little boy, una obra que, como su cine previo, desafía la percepción del espectador con una composición rigurosa de planos fijos y una estructura conceptual que juega con la historia y la memoria. Sin embargo, en esta ocasión, su mirada se posa sobre una serie de maquetas infantiles, cuidadosamente pintadas por manos anónimas, mientras discursos y emisiones radiales trazan un recorrido por momentos clave de la historia política estadounidense. Benning, que a sus 82 años continúa explorando la intersección entre arte y política, propone una experiencia donde la miniatura se convierte en metáfora del poder y de la reconstrucción de un pasado que sigue resonando en el presente.
Desde el inicio, little boy se aleja del tono contemplativo absoluto que suele definir el cine de Benning. Abre con la imagen de un esqueleto de dinosaurio en miniatura, acompañado por sonidos de la selva y el rugido de una bestia extinta. Es un gesto inusual en su filmografía: un atisbo de humor que pronto da paso a su característico rigor formal. La película sigue una estructura clara: un par de manos trabaja en la pintura de un modelo plástico mientras una canción pop o folk resuena en la banda sonora. Luego, el modelo terminado es presentado en un plano fijo acompañado por un fragmento de un discurso político. De Eisenhower advirtiendo sobre el complejo militar-industrial a Hillary Clinton hablando sobre la estrategia bélica en Medio Oriente, little boy ensambla un archivo sonoro que revela la persistencia de ciertas problemáticas en la historia de los Estados Unidos.
Benning, que ha convertido los trenes en un símbolo recurrente de su filmografía, parece sugerir en little boy que la historia avanza sobre rieles trazados con anterioridad. Un modelo de vagón de tren precede la representación de una bomba nuclear en miniatura, un guiño directo a “Little Boy”, el artefacto que devastó Hiroshima. La película se convierte así en una reflexión sobre el progreso y su costo, sobre la manera en que la historia se repite y se encierra en una miniatura de sí misma. La yuxtaposición de estas imágenes con las voces de líderes y activistas refuerza la sensación de que el relato histórico se construye no solo con grandes eventos, sino también con pequeñas decisiones individuales.
Sin embargo, el mayor desafío de little boy radica en su propio dispositivo. La combinación de imagen y sonido, que en trabajos anteriores de Benning dejaba amplios márgenes para la interpretación del espectador, aquí se vuelve más didáctica. Al reunir discursos icónicos con imágenes de modelos estáticos, el filme oscila entre la evocación poética y la ilustración de tesis políticas preexistentes. La elección de las canciones, que en algunos momentos parece cargada de intención, en otros se siente arbitraria o desprovista de una conexión clara con el material visual. Esto no impide que la película contenga momentos de innegable potencia, como la aparición del discurso de Stokely Carmichael sobre los derechos civiles o el monólogo de Dr. Helen Caldicott sobre la violencia nuclear, donde la fuerza de las palabras trasciende cualquier encuadre. Más allá de su estructura y sus intenciones, little boy confirma el compromiso de Benning con un cine que no solo observa, sino que interpela. Su obra sigue explorando el peso de la historia y el rol del arte en la memoria colectiva, aunque esta vez con un tono más explícito y una carga política más directa. Puede que no sea su propuesta más redonda, pero sin duda reafirma su capacidad para generar preguntas.

Titulo: Little Boy
Año: 2025
País: Estados Unidos
Director: James Benning