“Una observación obsesiva”

Por Sebastián Francisco Maydana

Edgardo Castro tomó a todos por sorpresa cuando en 2016 estrenó en el BAFICI su ópera prima, La Noche, no solo porque se trataba de una excelente película sino porque era brutal y descarada en su retrato de la Noche (no la noche) porteña. Era un drama crudo, que parecía tener algo de documental, de ir más allá de la ficción. Nos tomó por sorpresa de nuevo el año pasado cuando su documental Familia (2019) ofreció una mirada íntima y divertida de su propia familia. En este caso la observación participante iba más allá de lo real. Se supone que Las Ranas (2020) es la tercera parte de una trilogía, y es preciso verla para entender por qué. 

En el lunfardo carcelero a las mujeres que van a visitar a sus novios a la cárcel se les llama ranas. En este caso, la cámara sigue obsesivamente a Barby, una de las ranas cuyo novio está privado de su libertad. La sigue en el colectivo, en el tren, en su habitación, en la calle, en el baño, y por supuesto en el penal donde su novio espera su dosis periódica de cariño, comida, drogas y sexo. De forma que ella se arriesga cada vez que lo visita a que la descubran, y se somete a que la revisen, sólo para poder compartir unas pocas horas con él. 

Como ejercicio de observación, decía, es una observación obsesiva, casi vejatoria. Una exploración de la intimidad hasta el nivel que casi podemos convivir con la persona y empatizar con su situación sin necesidad, de entrevistas ni archivos ni relato en off. Crudo y despojado, el retrato de Barby y su odisea para mantener una casa, un bebé y atravesar el Servicio Penitenciario Bonaerense ida y vuelta, es un viaje en sí mismo. No hay otra forma de estar ahí con ella, no hay otra mejor forma de vivir la desesperación y el desaliento de una madre separada de su compañero que a través del lente del documentalista. 

Decir que Las Ranas está filmada pensando en el montaje, y montada pensando en el guión, es parcialmente cierto pero también sería subestimar la intuición y la apertura del director hacia una historia y una vida que no podría haber inventado jamás, y que como en el caso de otros buenos documentales, si fuera ficción no la creeríamos⚫