Las películas que Revista Caligari recomienda ver en el 34° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Parte 1

El festival se llevará a cabo del 9 al 18 de noviembre y desde Revista Caligari queremos recomendar lo que consideramos imperdible. 

La virgen de agosto, de Jonás Trueba.

Sinopsis:

En esos días de verano en los que todos eligen escapar del calor de ciudad, una Madrid suspendida recibe a Eva, una joven de poco más de treinta años que está en ese momento de la vida en que hay que tomar decisiones firmes. En ese letargo existencial, Eva se reencuentra con afectos del pasado –reciente y no tanto–, conoce gente nueva y se permite el galanteo –y quizás la posibilidad de un amor–, entre tertulias en bares, trasnoches y paseos diurnos en medio de las verbenas regionales. Sin demasiados artificios, como ya lo demostró en sus films previos, la cámara de Jonás Trueba sigue el día a día del personaje, que lleva su crisis a cuesta sin dramatismo, encontrándose a sí mismo en cada conversación –sobre cine, literatura, maternidad, amistad–, con la tranquilidad de quien sabe que a la vuelta de cualquier esquina el azar le presentará algún posible guiño a seguir, con la misma vitalidad y sensibilidad que transmite cada plano de esta película hermosa.
 

Ficción privada, de Andrés Di Tella

Sinopsis:

Antes de morir, Torcuato Di Tella le dio a su hijo Andrés las cartas que se escribió con Kamala, la madre de este último, desde que se conocieron. A partir de esas cartas, Andrés Di Tella trata de reconstruir esa historia de amor entre un joven argentino y una chica india que terminó mudándose a Buenos Aires con él. Para ello, llama a unos actores para que las reciten: Denise Groesman y Julián Larquier
Tellarini, quienes tienen la misma edad que Torcuato y Kamala cuando se conocieron, pero también Edgardo Cozarinsky, quien hace de Torcuato ya grande. Mediante material de archivo de sus propias películas, e incluyendo también conversaciones de él con su hija Lola y hasta una anécdota contada mediante imágenes de Google Street View, Di Tella logra una película enormemente bella y sentida.
 

Las buenas intenciones, de Ana García Blaya

Sinopsis:

Detrás de su aparente simpleza, la ópera prima de Ana García Blaya esconde muchísimo: como en una buena canción pop (que abundan en esta película), lo que a primera vista pareciera ser algo más bien convencional va revelándose, con el correr de los minutos, como un objeto de enorme belleza, meticuloso y atento a los detalles. García Blaya se mete de lleno en el terreno de lo autobiográfico y narra unos meses en la vida de una familia de los años 90 compuesta por tres hijos (dos mujeres y un varón, entre la niñez y la preadolescencia), una madre y un padre separados y un padrastro. Con la ayuda de películas familiares grabadas en video analógico (algunas recreadas, otras originales) y con personajes difícilmente olvidables y excelentemente bien interpretados (lo de los pequeños Ezequiel Fontenla y Amanda y Carmela Minujín es de antología), García Blaya nos entrega una película de esas en las que nos gustaría vivir.
 

Jeanne, de Bruno Dumont

Sinopsis:

Secuela narrativa aunque no estética de Jeanette, la película continúa la historia de la heroína adolescente francesa. Dividida en tres partes muy claras, da cuenta de la campaña bélica que Juana de Arco lideró y el juicio para terminar con la famosa condena. Dumont modifica sensiblemente el sistema formal de Jeanette: hay canciones también pero alejadas del metal y el techno (son de Christophe, en plan pop/ rock melódico) y no están –salvo en un caso– interpretadas por el elenco, sino que forman parte de la banda sonora. Lo demás –las actuaciones hiperexpresivas, la puesta en escena radical y los momentos de belleza poética– continúa en la línea de lo que ya conocemos. Lo inesperado del film es su potencia emocional. La furiosa inocencia de la protagonista vuelve su actuación doblemente poderosa; como si el Dios del Cine se expresara a través de ella.

Tanya, de Agustina Massa

Sinopsis:

Tanya llegó a Argentina desde Ucrania hace mucho tiempo. Su vida cotidiana parece transcurrir en un terreno imaginario hecho de dos continentes: los idiomas, los espacios, los objetos, las canciones y las noticias tienden puentes geográficamente imposibles. ¿Estamos en Latinoamérica o en Europa del Este? Mientras aquí la vida sigue adelante, en Kiev todo se prende fuego. “Vamos a ver qué queda de Ucrania después de esto”, dicen los llamados que llegan desde allá.
“Esto” son, entre otras cosas, los eventos de la plaza de Maidán. Pero, más allá de la convulsionada vida política ucraniana, a Tanya la ronda otra sombra: la de un hijo ausente, de quien nunca habla. Con una mirada atenta a los detalles, siempre a la distancia justa, Agustina Massa construye un retrato sobrio y sutil; un testimonio de lo que implica vivir entre dos mundos.
 

Nona. Si me mojan, yo los quemo, de Camila José Donoso

Sinopsis:

Josefina Ramírez, la Nona del título, es la abuela de la directora Camila José Donoso. Pero Nona. Si me mojan, yo los quemo no es estrictamente un documental, así como tampoco es estrictamente una ficción. Donoso nos mantiene siempre con esa incertidumbre, nos desconcierta, juega con nosotros pero, al mismo tiempo, nos invita a jugar. Y nos regala el retrato de una persona entrañable: una exguerrillera que acaba de exiliarse en el pueblito costero de Pichilemu, en el sur de Chile, luego de prender fuego la casa de un examante con una bomba molotov fabricada por ella misma. Pero el fuego parece perseguirla, ya que Pichilemu es acechada por extraños incendios que los habitantes le atribuyen al mismo Diablo. Donoso nos lleva de la pulcritud del video digital en formato scope a la suciedad del fílmico e incluso del video analógico, que aparece en forma de películas familiares que ella misma filmó, y logra así un collage de imágenes de alta belleza habitadas por un personaje único.
 

Il Traditore, de Marco Bellocchio

Sinopsis:

La historia de Tommaso Buscetta, uno de los líderes de la Cosa Nostra, tomó una dimensión considerable a mediados de la década del 80, cuando se transformó en el primer arrepentido de la mafia. Fue extraditado de Brasil, donde vivía refugiado de la justicia y, sobre todo, de sus enemigos que, como lo muestra la primera parte del film, regaban las calles con la sangre de los miembros de su familia. Bellocchio cuenta el derrotero de Buscetta puntualizando en el largo juicio y el testimonio que lo puso cara a cara con los acusados, con un placer sagaz por destacar el perfil histriónico de sus protagonistas: gran parte del encanto de Il traditore está en el carácter casi surrealista de escenas en las que estos se insultan y gritan, en una odisea judicial que daría como resultado un fallo en el que se condenaron a más de 300 miembros de la “familia”.

Nos devoraba el fuego, de Lucía Granda

Sinopsis:

Pasado y presente conviven en una casa abandonada: entre la quietud y el silencio brotan caóticamente los recuerdos. El espacio, atravesado por una narración sin voz, nos conduce a un viaje ligado a lo sensorial.
 

Un film dramatique, de Éric Baudelaire

Sinopsis:

Parafraseando al grupo de niñas y niños creadores de Un film dramatique, una película puede tratar sobre un hombre que vuela, sobre un cocodrilo parlante o sobre nuestras vidas personales. Concluyen: “Un film puede tratar de todas las cosas y de cualquier cosa”. El cineasta Éric Baudelaire acompaña a este grupo entrañable, que filma todas las cosas: el desayuno, la práctica del piano, un viaje a la playa, una canción en la ducha. Sin embargo, la película no trata de cualquier cosa. Una de las líneas que atraviesan la película es el presente en Francia. En distintos puntos el grupo dialoga sobre el sentido de la nacionalidad, los prejuicios, los orígenes y el territorio. La película demuestra que el aprendizaje sobre el cine no debe versar tanto en adquirir un saber técnico como en empezar a pensar las imágenes junto a otras personas.
 

Monstruo Dios, de Agustina San Martín

Sinopsis:

Dios es una planta eléctrica. En una noche de niebla las vacas escapan, una niña es elegida y una adolescente procura alejarse de todo.