Las máquinas tristes (2021), de Paola Michaels

“Somos los robots”

Por Sebastián Francisco Maydana.

Un robot se levanta dentro de un laboratorio. Lo programaron con la capacidad para caminar y abrir puertas, de modo que se acerca a la entrada del edificio, gira el picaporte y se lanza a correr por un bosque nevado. Sin rumbo. Y lo sabe. Por eso sus pensamientos, que hace explícitos a través de una voz sintetizada electrónicamente, muestran angustia y desánimo.

Otros robots conversan entre sí, comparten sus incertidumbres y sus desalientos. Son conscientes de su no-humanidad, pero también son conscientes de que los programaron humanos, y pusieron en ellos sus propias frustraciones y formas de ser humanas. Conocen a Lacan, saben de psicología, reflexionan sobre el mundo que los rodea.

Las Máquinas Tristes toma la forma de un divertido e inteligente videoensayo, colocando subtexto a imágenes tomadas de materiales de difusión de distintos laboratorios de robótica. El tema es la dignidad de la vida robótica. Paola Michaels les da vida a esos robots de morfología extraña y a la vez familiar, y los arrebata a un dispositivo que los muestra como productos. Es que a esta altura del siglo, a esta altura de la historia humana, ellos ya son nuestros co-habitantes en este mundo.

Según Descartes, humano es el que piensa, el que se sabe existente. Esto quedó viejo, ahora los que piensan son los robots, y se saben parte humanos. Nosotros somos los que todavía no aceptamos que somos los robots, que cada vez más vivimos gracias a nuestras partes cyborg y a la inteligencia artificial. Cada vez nos parecemos más. Y si nosotros nos ponemos tristes, cómo no lo van a hacer las máquinas.