“El personaje de Sue, tras su transformación, ya no enfrenta ninguna verdadera adversidad, lo cual contradice completamente la realidad del patriarcado, donde las mujeres, aunque puedan ser jóvenes y bellas, enfrentan constantes amenazas y violencia. Es increíblemente ingenuo y peligroso sugerir que, en un contexto patriarcal, la belleza y la juventud solo conllevan ventajas.”
The Substance se presenta como una película que pretende ofrecer una crítica a las dinámicas del patriarcado y a las nociones de poder asociadas a la belleza femenina. Sin embargo, lejos de alcanzar un discurso sólido y relevante, se convierte en una caricatura torpe y simplista que desvirtúa la seriedad de la opresión estructural que las mujeres enfrentan en la realidad. En lugar de explorar con profundidad el impacto del patriarcado, lo reduce a un pastiche de violencia gratuita, humor forzado y referencias cinematográficas que palidecen ante lo que podría haber sido una reflexión incisiva.
El principal problema de The Substance radica en su falta de sustancia, irónicamente. La película se apoya en un enfoque de body horror que, en lugar de construir un espacio para la crítica genuina, ofrece más de lo mismo: cuerpos mutilados, sangre desparramada y escenas de violencia que resultan absurdas y vacías. Fargeat elige transitar el terreno del gore más extremo, multiplicando las escenas de vísceras, deformidades y dolores corporales, pero sin ninguna intención de reflexionar sobre lo que esos cuerpos sufren en un contexto patriarcal. Lo que podría haber sido una oportunidad para explorar las conexiones entre la objetivación del cuerpo femenino y el horror corporal se diluye en una búsqueda vacua de impacto visual, sin una narrativa o una crítica que sostenga esas imágenes.
Uno de los mayores desaciertos de The Substance es su incapacidad para permitir al espectador pensar por sí mismo. Fargeat subraya cada punto, impone lecturas de manera casi violenta y no deja espacio para que el espectador interprete o reflexione. Las ideas se machacan hasta el cansancio, sin ofrecer ninguna sutileza o complejidad. En lugar de construir un discurso sociocultural sólido, la película se enfoca en una serie de clichés machacados visualmente que buscan impactar a través de la zafiedad y el reduccionismo. Lo que debería ser una crítica a los estragos del deseo masculino normativo termina siendo solo más de lo mismo: una película que no es más que una burda serie de impactos visuales disfrazada con tintes artísticos.
Fargeat recurre a citas y referencias cinematográficas que, en lugar de enriquecer la obra, la empobrecen. El desfile de homenajes a Kubrick, Lynch, Hitchcock y De Palma, por mencionar algunos, no hace más que recordar al espectador lo que The Substance no es. Lo que podría haber sido una reinterpretación de clásicos del cine de terror se siente más como un ejercicio de vanidad autoconsciente, sin aportar nada nuevo ni valioso. Los guiños a El resplandor, 2001: Odisea del Espacio, Vértigo o Carrie se sienten forzados y no tienen el impacto esperado, ya que se trata de referencias tan evidentes que solo logran desconectar al espectador del relato. Lo que comienza como un paisaje cronenbergiano rápidamente se convierte en una grotesca y predecible imitación.
El uso de los diálogos en The Substance es otro de sus puntos débiles. Apenas existen líneas de diálogo que tengan algún tipo de relevancia o significado profundo. Lo que escuchamos parece estar sacado de un guion de parvulario, lo que termina socavando aún más cualquier intento de construir una atmósfera crítica o reflexiva. A esto se suma una planificación visual ensimismada, donde los cuerpos toman protagonismo, pero su relación con el espacio desaparece. La película abusa de flashes abruptos y cortes de montaje que buscan ser notados a toda costa, en lugar de aportar algo narrativamente significativo.
No existen personajes en The Substance, solo estereotipos caricaturescos que no pueden sostenerse ni siquiera en una película que busca hacer uso de lo grotesco. Elizabeth y Sue, las protagonistas, no son más que representaciones vacías, y los hombres de la película, en particular “Harvey”, son caricaturas que apenas logran generar un mínimo interés. La figura de Harvey, que en teoría debería representar la opresión masculina, es una grotesca caricatura afeminada que nunca representa una amenaza real. Este es un problema grave, ya que al despojar al patriarcado de su verdadera violencia, la película falla en su intento de mostrar la opresión de manera contundente. El punto más grave es que The Substance no logra construir un retrato sólido del patriarcado. Los hombres son presentados como objetivadores superficiales, pero nunca llegan a representar una amenaza tangible. La película se enfoca en hacer que el espectador sienta más lástima que miedo. El personaje de Sue, tras su transformación, ya no enfrenta ninguna verdadera adversidad, lo cual contradice completamente la realidad del patriarcado, donde las mujeres, aunque puedan ser jóvenes y bellas, enfrentan constantes amenazas y violencia. Es increíblemente ingenuo y peligroso sugerir que, en un contexto patriarcal, la belleza y la juventud solo conllevan ventajas.
Fargeat parece no comprender la realidad que las mujeres enfrentan bajo la objetivación patriarcal, y esto es lo más problemático de The Substance. La película ofrece una visión completamente irreal e insustancial de las verdaderas presiones que las mujeres soportan en una sociedad patriarcal. Al reducir la crítica a un mero espectáculo visual y a una serie de clichés mal ejecutados, Fargeat falla en su intento de ofrecer una reflexión sobre el poder, la violencia y la belleza femenina. Al final, The Substance no es más que un ejercicio vacío y pretencioso, que palidece en comparación con las complejidades del patriarcado real.