La Pampa (2024), de Antoine Chevrollier

“Un retrato sensible”

Por Ivan Garcia

Hay muchas historias que trabajan la idea de “pueblo chico, infierno grande”, o los choques de la mentalidad de un pueblo pequeño ante lo distinto, o lo que ven como forastero y enemigo, y muchas otras que enhebran este tópico dentro del subgénero de drama coming of age. La Pampa es una de estas películas, pero es una que no se queda solo en una crítica a las diferencias culturales o un retrato de la violencia, sino que aborda más temáticas y todas con una gran sensibilidad. Desde la construcción formal hasta los personajes, y con una notable interpretación del protagonista, Sayyid El Alami.

Willy y Jojo son dos amigos de un pueblo rural cercano a Angers, en Francia. Ambos forman parte de un grupo de adolescentes fanáticos del motocross y con perfiles altaneros y problemáticos. Jojo forma parte junto con su padre de un equipo de motocross que compite en la pista La Pampa y se encuentra cerca de conseguir el título. Sin embargo, el protagonista no es Jojo, sino Willy. Un chico más discreto y callado, que se mostrará de a poco como alguien conflictuado con su familia por su presente y por la muerte de su padre, y también como alguien más sensible y comprensivo que sus pares.

Chevrollier le da a Willy en su relación amorosa con Marina, la chica que viene de la gran ciudad trayendo historias de sexo casual y estudios de arte (lo que le vale la ridiculización del resto del grupo del pueblo) una ventana para mostrarse como alguien más abierto y curioso que muchos de sus amigos, lo que también va acompañado del momento de apoyo a su amigo luego de una de las revelaciones importantes que se dan en el filme.

El director maneja todas estas tensiones dándole sus tiempos y siempre enfocándose en el camino de Willy y su relación con los demás. El retrato realista bastante común en el cine europeo no se da a un nivel tan descarnado o carente de recursos como para acercarse a una mirada más naturalista o documentalista. Los momentos que comparten Willy y Jojo son breves, pero están cargados de un lirismo liberador y representan también ese vínculo de apoyo mutuo, ya sea charlando en habitaciones abandonadas o viajando en moto por la ruta al atardecer.

Del mismo modo que estas escenas hablan del vínculo entre ellos, lo mismo se puede ver en la construcción formal, en los encuadres y el uso del espacio: como cada uno se ubica en espacios separados por cuadros internos en momentos de tensión para luego romperse. Del mismo modo hay momentos de gran elocuencia como cuando ellos se preparan en el vestuario y pueden verse tras las mamparas un gran número de motos destruidas y apiladas, aquello que ya no se quiere o no sirve, y que resulta premonitorio para lo que sucederá con uno de los personajes más adelante, y a lo que la película volverá para hacer hincapié, siempre desde la narración visual. De este modo también se resaltan ausencias cuando se replican encuadres similares más adelante. Todo esto para resaltar el cuidado formal y la construcción de Chevrollier, que dirige con esta tan solo su segunda película.

Quizás algo que pueda achacársele a La Pampa sea su final, un poco apresurado. Sin embargo, se toma su tiempo y tiene cuidado para llegar a ese momento de desenlace, y lo que se siente un poco apurado es algo que uno puede ver más a modo de epílogo, o un par de eventos que se dan después de que concluya la historia propiamente dicha. Un filme de gran sensibilidad y construcción, elevado aún más por una gran actuación protagónica.

Titulo: La Pampa

Año: 2024

País: Francia

Director: Antoine Chevrollier