La Mort viendra (2024), de Christoph Hochhäusler

Así como existen policiales barrocos, cargados de giros y ornamentos narrativos, también los hay austeros. Estos últimos, sin embargo, son menos habituales. Como una escuálida torre de jenga, erigen una intriga policial llena de vacíos a partir de un minucioso ejercicio de despojamiento informativo. Lo que queda en pie en estos films tambaleantes es el género y su potencia, de ahí su atractivo. La Mort viendra, la última película de Christoph Hochhäusler, pertenece a este grupo. Con un abanico de personajes tipo, un argumento sencillo hasta el absurdo y una investigación que avanza dejando tras de sí toda una serie de lagunas, Hochhäusler construye un satisfactorio policial negro donde lo único que alcanza a la luz es la traición, la muerte y la venganza.

En Bruselas hay dos gangsters, dice La Mort viendra. Uno vive en un rascacielo, ataviado de pieles y rodeado de mujeres. El otro, el viejo, retraído en el campo, entre piezas de arte y a la espera de su muerte. Ambos construyeron su riqueza a partir del negocio de la prostitución, pero el jóven quiere hacerse de todo el mercado y ataca al viejo en secreto. Así, ingresa en escena Tez, una asesina a sueldo contratada por el gángster moribundo para desentrañar la traición y castigar a los culpables. Interpretada por Sophie Verbeeck, Tez es la protagonista indiscutida de la película. Carente de desarrollo psicológico, como todos los personajes del film, ella hace bien su trabajo y eso captura las miradas. A través de una serie de calles lluviosas, lleva adelante su investigación con un encanto acartonado que recuerda a los detectives del cine negro hollywoodense, visiblemente incapaces de disparar, perseguir y reducir a los criminales, pero beneficiarios directos de la generosidad cinematográfica.

Sobre esta base, y poco más, La Mort viendra crece. A su paso, incorpora algunos adornos informativos que, como un juego de espejos, tienen el objetivo de generar la ilusión de profundidad. El lugar de los inmigrantes en Europa, la complicidad criminal del Estado y el rol de las instituciones del arte son algunos de ellos. Sin embargo, estos entran y salen sin compromiso de una trama que se sabe lo suficientemente artificiosa para requerir de un cable a tierra. Bélgica, tironeada entre Francia y Alemania, es en La Mort viendra territorio de imaginación. Para mantenerse en pie, la película requiere solo de la acción trágica que se inicia a partir del entrecruzamiento explosivo de la traición, la muerte y la venganza. Hochhäusler evita la tentación de esperar más de ella y construye una intriga policial consciente de sus vacíos, que se erige tambaleante y que, al final, resulta admirable en su desafío a la gravedad.