“Cuando los niños juegan”

Por Lucila Da Col.

Como un Señor de las moscas moderno, el documental La hermandad de Martin Falci retrata uno de los campamentos del colegio nacional Gymnasium, perteneciente a la Universidad Nacional de Tucumán. Se construye así un mundo particular, desconocido para la mayoría, pero que posee una historia de casi siete décadas donde generaciones enteras de niños tucumanos fueron forjadas bajo sus tradiciones y ceremonias que se perpetúan hasta la actualidad.

Se disponen las carpas y camas dentro de un predio enorme. Se dividen las tareas y se anotician de las actividades, todo en un cosmos sin adultos, sin mayores que intervengan. Solo niños y adolescentes participan del rito. El Juego de la Zorra será la atracción máxima y así transcurren los días. Cuando los niños juegan traducen los comportamientos sociales y aparecen cuestiones que marcan una cierta continuidad con el mundo civilizado, sobre todo con el paso de los niños por instituciones como la escuela, cuyo núcleo singular tiene que ver con un conjunto de órdenes que promueven la enajenación del individuo en las características de su grupo llevándolo a una inserción cultural prefijada a su deseo. “La masculinidad más que un producto es un proceso, un conjunto de prácticas que se inscribe en un sistema sexo/género culturalmente específico para la regulación de las relaciones de poder, de los roles sociales y de los cuerpos de los individuos”. Este concepto desarrollado por Raewyn Connell  (Masculinidades, 1995) resulta interesante a la hora de analizar el fenómeno registrado por la cámara de Falci como un universo masculino, donde los varones mayores cuidan y ordenan a los más pequeños, donde los Gymnasistas se involucran en juegos y obligaciones, y donde los códigos entre “hermanos” es la única ley que rige.

Así es que la mirada está centrada en un grupo de niños de quinto grado que atraviesan la experiencia campamental por primera vez. Se entregan a las exigencias estipuladas para ser parte del ritual que los configurará hasta el final de su educación primaria y secundaria, como un paso obligado de la niñez a la adolescencia.

Una tradición a punto de cambiar para siempre pero cuyas ramificaciones se asientan sobre una sociedad patriarcal donde los hombres y varones de disputan la vida social en un campamento y donde las únicas mujeres son las madres que despiden a sus hijos al inicio del film. Sin embargo, una promesa subyace hacia el final, donde se aclara que la experiencia registrada es la última, ya que al año siguiente se incorporaron niñas y el Gymnasium de la Universidad Nacional de Tucumán comenzó las inscripciones para mujeres por primera vez en sus largos años de historia. Allí es donde el documental se revaloriza como tal dejando plasmado en sus minutos de metraje un evento que no volverá a ocurrir, un registro de un cambio de paradigma global que también modificará las leyes del campamento ampliando sus propias límites a experiencias más igualitarias y diversas⚫